}
FERNANDO SILVA CUENTISTA POR NATURALEZA.:
"
EL COMANDANTE
El Comandante es un viejo alto que sólo vive
fumando.
El puerto es muy triste y los guardias se van
a pescar.
Al mediodía el Comandante se cruza la calle
para ir al excusado
y allí se tarda bastante.
Después
sale amarrándose la faja
y se queda mirando la larga y asoleada calle,
sube luego las graditas de su casa
y se acuesta a dormir en una hamaca.
Allá, se levanta y ve irse
los botes mientras se desabotona la camisa
y se rasca.
Pero la tarde no deja de tener algo bonito.
El sol como un pájaro entre los palos,
que sale volando
cuando se los pone canta por ultima vez.
Fernando Silva, el poeta y narrador, el niño que remaba y hacía mandados en un barco sobre el río San Juan, hoy tiene 80 años. Habla de su familia, su relación con su padre, los misterios que guardan los poemas que escribe, su visión del nicaragüense.
Nació en Granada y a los siete años se quedo huérfano de madre, esto le provocó un enorme vacío que años después sólo la naturaleza pudo llenar en él.
Es pediatra de largo y recocido prestigio, fundador del pabellón de los servicios de leucemia y cáncer en el Hospital del Niño, ex diputado, ex magistrado del Consejo Supremo Electoral, Miembro de Número de la Academia Nicaragüense de la Lengua, pintor y retratista del lenguaje popular que con mucho orgullo llama “el lenguaje del pueblo de donde yo vengo”.
Su padre fue un militar, ¿cómo influyó esto en su vida de poeta?
Mis dos últimos libros La Foto de Familia, que es una novela y Uno Dice Cosas, aparecido este año, que es poesía, en ellos retrato cómo era mi familia, el significado que tiene para mí. Es como mirar una foto tomada por otro, así me expreso y los retrato en el libro y platico con ellos.
Mi madre muere cuando tengo seis años, fue una cosa horrible, me quedé con unas tías, mi padre no sabía qué hacer, él trabajaba en unas lanchas en el Lago de Granada y bueno mi papá, me llevó con él (Francisco Silva Guerrero), y comenzó a mandar en el río San Juan.
¿La novela es autobiográfica?
No tanto, sólo cuento lo que me acuerdo, lo que viví. Lo que trato de proyectar no soy yo sino el nicaragüense que sufre penalidades, las historias de su madre, su padre, cómo se enamora y cómo ha sufrido, cómo fue desarrollándose en la vida y encontramos cosas curiosas.
El río San Juan
¿Qué paso cuando llegó al río San Juan?
Me maravillé, mis ojos van descubriendo aquel río y veo mi vida abriéndose a lo nuevo. Veo a ese niño con ese enorme vacío por su madre muerta, con esa orfandad que lo inunda, empieza a descubrir un amor por la naturaleza que lo acompaña y le llena ese enorme vacío.
¿Cómo fue su relación con su padre en esa etapa?
Mi padre me da toda la libertad y en el río soy un botero que trabajo haciendo mandados, llegué a ser hasta timonel de una lancha de pasajeros El Juanita.
A la edad de 16 años, regreso a la civilización y empiezo mis estudios de universidad y mi internado en México. Pero con mi padre la cosa siempre anduvo bien, él me facilitó toda la libertad que debía tener y que puede escoger.
En su libro Uno Dice Cosas, ¿qué quiere expresar?
Es la colección de mis últimas poesías. Escribo llevando la imagen que es la que me da la vida y la que me dice las palabras que es la poesía y la poesía habla en mí.
¿Fue feliz en el río San Juan?
Sí, fueron años maravillosos. Salía en la madrugada y tenía mi propio bote, sacaba los mejores pescados, preparaba el anzuelo y la carnada y me sentaba a pescar, esperaba y ahí estaba el misterio que es el tiempo que estás solo con la naturaleza y es el momento en que te ponés a pensar hasta que te pique la poesía, es como la culminación del arte, que es como una gota que lo va llenando todo que es el arte.
¿Qué aprendió del río y la naturaleza?
Indudablemente que el conocimiento tiene una forma dentro de un camino del aprendizaje y del camino de la humanidad, cada vez que te unís a la naturaleza lo que te engrandece es tu humanidad.
Nosotros somos humanidad, somos como árboles, tenemos piel como la cáscara de un árbol, damos frutos, damos flores, la sonrisa de una mujer es como una flor, la gracia de una mujer es como una bella planta.
Lo que aprendí esos años fue humanidad y me sirvió para mi profesión de médico y especialista en niños, requiere una dosis de humanidad que es el llegar a comprender mejor al ser humano en el dolor.
José Coronel, el maestro
¿Cuál fue su relación con José Coronel Urtecho estando en el río?
Lo conocí en Granada. Cuando estaba en el Instituto, publicábamos una revista que se llama Matinal, entonces leyó uno de mis poemas y me mandó a llamar, le llevé mis originales de Barro en la Sangre y entonces lo leyó y en ese momento, muy alegre, me dijo que era lo más interesante que había leído en Nicaragua, mandó a llamar a Pablo Antonio Cuadra y a Francisco Pérez Estrada. Fue así cómo me hice amigo de él, era como mi papá, me mantenía en su casa o si no lo iba a ver, tendría yo unos 19 años entonces y era como el chavalo de aquel grupo.
¿Qué fue lo que le enseñó Coronel?
Su conversación era lo que él daba de sus conocimientos, de sus lecturas, de su cariño. Era una conversación tan fluida, tan hermosa, tan linda, sin ningún artificio. Él sabía mucho y nosotros como jóvenes lo escuchábamos, él por supuesto, era nuestro guía necesario sobre lecturas, poesía y autores que desconocíamos.
El oficio
Con muchos años en el oficio de escritor ¿cómo ve su poesía?
Fuera de modestia, me veo bien, no me veo orgulloso porque en mí no alcanza eso, porque soy un hombre que me conozco bien en mis debilidades y defectos pero sí me deja contento, como cuando uno hace una cosa bien.
Un poema lo meto al horno y después le doy su retocadita y lo compongo. Mi autocrítica es como si fuera de otro, claro, con cariño, a mí me llena de alegría un poema, un ensayo de alguien. Yo nunca he tenido envidia con nadie.
¿Cómo llega a la poesía?
Estando en el río, observaba un árbol y escribí, “Un hueco en un árbol, a un lado se pega el ojo y al otro lado se pega el río” y fue lo primero que escribí, estudiaba en el Instituto Nacional de Oriente, y empecé a relacionarme con Pablo Antonio Cuadra. Con mi primer libro de poemas en 1952, que es Barro en la Sangre, ahí comienzo realmente mi carrera de escritor. Después vinieron El Comandante, que es mi vida en el río, El Vecindario, y mis estudios lingüísticos que para mí es propicio porque hablo esa lengua, y eso me ha servido mucho en medicina para comprender el habla del pueblo.
Lo nicaragüense
¿En su escritura persiste en retratar al nicaragüense?
Las personas que he tratado me interesan en sus ambientes. Saber cómo vive una planchadora, un carretonero, un oficinista, qué le preocupa, de manera que cuando yo escribo retrato a las personas con una gran sinceridad.
¿Qué opina de las definiciones que PAC hace sobre el nicaragüense?
Hay dos mentes, PAC no fue hombre de la calle, pertenecía a otra clases social, tenía otra crianza y era de otra manera, él conocía a la gente que llegaba y se paraba en su puerta, los veía pasar. PAC habla de él viéndolo, pero esa autenticidad viene del que la ha vivido. Porque vos sabés que la experiencia de la vida es lo que da la experiencia del arte y de la creación.
Sus cuentos están hablando del “populacho” de la cuartería. ¿Por qué?
Esta es parte de la realidad que vive el país y mucha gente no la conoce. Es una realidad como si sólo la vieras en una película o leída en un libro de cuentos como los míos, pero es más que eso, es la vida, y mucha gente vive con esa realidad, pobre, planchando, lavando, buscando la vida.
¿Ha estudiado el lenguaje popular para llevarlo a su narrativa?
No sólo eso, lo he vivido porque vengo del pueblo. Soy el pueblo, lo conozco desde muy dentro, conozco como habla, y esa habla también es heredada de los indios que son como la semilla, de ahí inicia todo.
¿Cree vital el estudio de la lengua nicaragüense?
Sí. Ahí está todo para entendernos mejor. Hice un pequeño dicccionario analítico de la lengua en Nicaragua, ahí vas a encontrar referencias de los significados de nuestra lengua, por ejemplo, encontrás la palabra “chueco”, que en origen quechua significa deforme, derrengado, lo mismo que “churruco”, que en quechua significa salvaje, feo peludo, palabras que están incorporadas a nuestra habla diaria y que no sabemos en la mayoría de los casos su procedencia.
El güegüense (con “c”)
Usted es un defensor de escribir El Güegüense con “c”. ¿Por qué?
Ese Güegüense que representan no es el que está escrito, porque lo cambian. El verdadero Güegüense es el que está escrito por don Juan Eligio de la Rocha, y ocultan su escritura original, está escrito en lengua franca que era lengua de los indios.
¿Por qué lo ocultan?
No lo reconocen porque es El Güegüense vulgar, escrito en lengua franca, que es la lengua náhuatl y que nos enseña cosas como, por ejemplo, dice: “Matateco disjomispiela”, matate es motetet y matal significa descubrir, o sea que le descubrieron el motete y Britton lo pone como quitarse el sombrero para saludar y no lo es sino es descubrirse el motete para que enseñe lo que tiene ahí y vulgarmente es “enseñame los güevos para andar jodiendo a los indios”, esa es la verdadera traducción. Entonces se oculta al verdadero. En el caso de la “c”, está así originalmente escrito y no se respeta.
Obra literaria
Poesía
Barro en la Sangre (952)
Agua Arriba (1968)
Otros poemas. Antología 1965-1977 (1962)
Poema Concreto: El Chocorrón, en grabación (Febrero, 1973)
Cuidado de la Criatura (1978)
Sangre en el Barro 1979-1981 (1982)
Cartas Desde la Revolución (1981)
Poesía. Antología 1952-1981 (1981)
Novela
ElComandante (ediciones 1969, 1974, 1975, 1978, 1983)
El Vecindario (1977)
Cuento
De Tierra y Agua (primera edición 1965, séptima y última 1995)
4 Cuentos (1969)
Más Cuentos (1969)
Ahora son 5 Cuentos (1974)
Puertos y Cuentos (1987)
Cuentos: Antología (primera edición; 1985, segunda 1986)
El Caballo y Otros Cuentos (1996). LIC:RENE DAVILA."
lunes, 28 de marzo de 2011
jueves, 24 de marzo de 2011
EL INSURRECTO ORATE DE CARLOS MARTINEZ RIVAS.
EL INSURRECTO ORATE DE CARLOS MARTINEZ RIVAS.: "
Hogar
con luz roja
Los escalones de madera, inseguros
para el extranjero en la oscurana, son
fácil camino para el hijo.
Alrededor de la mesa, congregada
juega a las cartas la familia; las fichas
chocan en el centro del tapete en donde
cae la luz. Discreta zumba la radio.
Porque es pacífico este hogar, temeroso,
y sólo al amor consagrado.
Llega el hijo y los hermanos del hijo
y las hermanas de los hijos acuden
a la llamada del timbre, y esperan
dichosas, con agitado pecho, en medio
del saloncito de mobiliario eterno:
los cojines color naranja y el cromo
con la góndola de Cleopatra en el Nilo.
CARLOS MARTINEZ RIVAS.
Poeta nicaragüense, nacido en Puerto de Ocoz (Guatemala) el 12 de octubre de 1924 (donde sus padres, de familia acomodada, estaban de viaje). Desde muy temprana edad se reveló como gran poeta: a los dieciséis años ganó un concurso nacional con una poesía novedosa y original, que a muchos pareció muy semejante a la de Rubén Darío. A los dieciocho, estando aún estudiando bachillerato en el Colegio Centro-América (de los jesuitas) en Granada (Nicaragua), escribió su extenso poema El paraíso recobrado (publicado por los «Cuadernos del Taller San Lucas» en 1944) que ha sido considerado uno de los eventos importantes en la historia de la poesía nicaragüense y que ha influido mucho. Después de su bachillerato residió varios años en Madrid, donde prosiguió sus estudios (asistió en junio y julio de 1946, como invitado y «estudiante de Filosofía y Letras y Periodismo», al XIX Congreso Mundial de Pax Romana, celebrado en Salamanca y El Escorial). Dicen sus biógrafos que en España se aficionó al alcohol y a la noche. En 1947 publicó en la revista Alférez, en la que coincidió con los también nicaragüenses Julio Ycaza Tigerino y Pablo Antonio Cuadra, dos artículos: «Nuestra juventud» y «A propósito de un premio de poesía» (José Hierro, Alegría, Premio Adonáis de Poesía 1947). En 1953 publicó en Méjico su libro de poemas más importante: La insurrección solitaria (reeditada en 1973 y 1982), resistiéndose a partir de este momento prácticamente a seguir publicando. Trabajó para el servicio diplomático de su país, y vivió en París, Los Angeles, de nuevo en Madrid (hasta los primeros años setenta), San José de Costa Rica y desde el triunfo sandinista de nuevo en Managua. En 1985 ganó el premio «Rubén Darío». Tuvo a su cargo una «cátedra» en la Universidad Nacional Autónoma, recinto de Managua. Su poesía completa fue editada en 1997 en Madrid, con un prólogo de Luis Antonio de Villena, donde se presenta a Martínez Rivas cultísimo, noctámbulo y a menudo ebrio. Unos meses antes de morir, aislado y enfrentado con su familia, que nunca lo asistió en sus días de bohemia ni en las sucesivas enfermedades que lo aquejaron, nombró al Gobierno de la República de Nicaragua albacea de sus papeles literarios, y pidió ser enterrado en Granada (Nicaragua). Su fallecimiento en Managua, el 16 de junio de 1998, supuso una gran conmoción en todo Nicaragua, donde se le considera como uno de sus personajes más ilustres. LIC:RENE DAVILA"
Hogar
con luz roja
Los escalones de madera, inseguros
para el extranjero en la oscurana, son
fácil camino para el hijo.
Alrededor de la mesa, congregada
juega a las cartas la familia; las fichas
chocan en el centro del tapete en donde
cae la luz. Discreta zumba la radio.
Porque es pacífico este hogar, temeroso,
y sólo al amor consagrado.
Llega el hijo y los hermanos del hijo
y las hermanas de los hijos acuden
a la llamada del timbre, y esperan
dichosas, con agitado pecho, en medio
del saloncito de mobiliario eterno:
los cojines color naranja y el cromo
con la góndola de Cleopatra en el Nilo.
CARLOS MARTINEZ RIVAS.
Poeta nicaragüense, nacido en Puerto de Ocoz (Guatemala) el 12 de octubre de 1924 (donde sus padres, de familia acomodada, estaban de viaje). Desde muy temprana edad se reveló como gran poeta: a los dieciséis años ganó un concurso nacional con una poesía novedosa y original, que a muchos pareció muy semejante a la de Rubén Darío. A los dieciocho, estando aún estudiando bachillerato en el Colegio Centro-América (de los jesuitas) en Granada (Nicaragua), escribió su extenso poema El paraíso recobrado (publicado por los «Cuadernos del Taller San Lucas» en 1944) que ha sido considerado uno de los eventos importantes en la historia de la poesía nicaragüense y que ha influido mucho. Después de su bachillerato residió varios años en Madrid, donde prosiguió sus estudios (asistió en junio y julio de 1946, como invitado y «estudiante de Filosofía y Letras y Periodismo», al XIX Congreso Mundial de Pax Romana, celebrado en Salamanca y El Escorial). Dicen sus biógrafos que en España se aficionó al alcohol y a la noche. En 1947 publicó en la revista Alférez, en la que coincidió con los también nicaragüenses Julio Ycaza Tigerino y Pablo Antonio Cuadra, dos artículos: «Nuestra juventud» y «A propósito de un premio de poesía» (José Hierro, Alegría, Premio Adonáis de Poesía 1947). En 1953 publicó en Méjico su libro de poemas más importante: La insurrección solitaria (reeditada en 1973 y 1982), resistiéndose a partir de este momento prácticamente a seguir publicando. Trabajó para el servicio diplomático de su país, y vivió en París, Los Angeles, de nuevo en Madrid (hasta los primeros años setenta), San José de Costa Rica y desde el triunfo sandinista de nuevo en Managua. En 1985 ganó el premio «Rubén Darío». Tuvo a su cargo una «cátedra» en la Universidad Nacional Autónoma, recinto de Managua. Su poesía completa fue editada en 1997 en Madrid, con un prólogo de Luis Antonio de Villena, donde se presenta a Martínez Rivas cultísimo, noctámbulo y a menudo ebrio. Unos meses antes de morir, aislado y enfrentado con su familia, que nunca lo asistió en sus días de bohemia ni en las sucesivas enfermedades que lo aquejaron, nombró al Gobierno de la República de Nicaragua albacea de sus papeles literarios, y pidió ser enterrado en Granada (Nicaragua). Su fallecimiento en Managua, el 16 de junio de 1998, supuso una gran conmoción en todo Nicaragua, donde se le considera como uno de sus personajes más ilustres. LIC:RENE DAVILA"
ERNESTO MEJIA SANCHEZ EL MAESTRO PARADIGMATICO.
ERNESTO MEJIA SANCHEZ EL MAESTRO PARADIGMATICO.: "
LA POESIA.
1
Este desasosiego, esta palabra que desde el corazón
me llega y se detiene en mis labios, no es nuevo en mí,
sino que permanece, vive desde cuando mis padres
en amorosa lucha concretaron la carne de la muerte
para darme al mundo; y me crece como un mar en el pecho,
siempre cambiente, furioso y sin consuelo.
Ha de llegar un día en que tanto afán madure
y se desangre, y esa ignorada palabra detenida
en mis labios rompa el aire como un canto y
me haga feliz y duradero el nombre.
4
Si la azucena es vil en su pureza
y oculta la virtud del asesino,
si el veneno sutil es el camino
para lograr exacta la belleza;
Engaño pues mi amor con la nobleza
y confundo lo ruin con lo divino,
hago de la cordura desatino,
de la sola mentira mi certeza.
Nadie sale triunfante en la batalla,
ni angélica promesa en que me escudo
ni humana condición que me amuralla.
Contra toda verdad he de quererte,
equilibrio infernal. Nací desnudo:
sólo contigo venceré a la muerte.
En el número 34 (octubre, 2009) de la revista Lengua, Julio Valle-Castillo rinde un compacto y completo homenaje a su maestro paradigmático: “Ernesto Mejía Sánchez, crítico de Rubén Darío”, fallecido hace 25 años. “Reinaremos en el olvido”, aseguraba Mejía Sánchez; pero sus más próximos discípulos nunca creímos que, en su caso personal, ese reino adviniese tan pronto. Ni su poesía ni su prosa se han difundido como merecen ni han recibido estudios ni reconocimientos críticos. Ni siquiera su producción dariísta, ya compilada por Valle-Castillo, ha visto luz.
De ahí que evoque su amistad y vida, creación y erudición: los cuatro aspectos del ser humano que fue Ernesto Mejía Sánchez (Masaya, Nicaragua, 6 de julio, 1923-Mérida, Yucatán, 29 de octubre, 1985): uno de los mayores poetas mallarmeanos (en la línea de Stephane Mallarmé) de Hispanoamérica y quizá el hombre de letras más completo de Nicaragua. El único, al menos, que en la segunda mitad del siglo XX alcanzó un nivel transoceánico como crítico e investigador literario. Sin lograr obras de síntesis como Pedro Henríquez Ureña, dejó una extensa y dispersa producción erudita que abarca más de cien títulos, entre libros, folletos, sobretiros, antologías y ediciones de y sobre epígonos de la poesía, la narrativa y el pensamiento en lengua española.
Sin ánimo de llenar varios párrafos de nombres, enumero los autores a quienes entregó sus principales afanes y desvelos: Bartolomé de las Casas, Gaspar Pérez de Villagrá, el Príncipe de Esquilache (Francisco de Borja), Juan Francisco de Páramo y Cepeda, Marcelino Menéndez Pelayo, Miguel de Unamuno y Azorín, por citar siete españoles. Luego, a los hispanoamericanos —comenzando por los mexicanos— Servando Teresa de Mier, Carlos María de Bustamante, Manuel Gutiérrez Nájera, Amado Nervo, Luis G. Urbina, Julio Torri y Alfonso de Reyes, cuyas Obras completas tuvo a su cargo desde el volumen XIII; a los sudamericanos Andrés Bello, Juan Montalvo, Domingo Faustino Sarmiento, Rufino Blanco Fombona, Rómulo Gallegos; y a los centroamericanos Rubén Darío y Salomón de la Selva. Finalmente, a los antillanos José Martí, Eugenio María Hostos, Pedro Henríquez Ureña y José Luis González.
De todas estas veinticinco figuras capitales, a quienes dedicó acuciosas indagaciones, Darío, Reyes y Martí, despertaron su mayor interés. Mejía Sánchez fue el más sabio dariísta de su tiempo, como dan fe las ediciones que preparó de los Cuentos completos en 1950 y de las Poesías en 1952 y 1977 de Darío, los fundamentales estudios recogidos en Cuestiones rubendarianas (1970) y varias investigaciones: desde la primera y desconocida “Darío, Maeztu y la Hispanidad”, (Anhelos, núm. IX, marzo, 1941), pasando por “Darío y Acuña” (La Prensa, Managua, 18 de agosto, 1949), hasta las reveladores puntualizaciones de Hércules y Onfalia (México, 1964) y Las revelaciones literarias (Revista Iberoamericana, núm. 62, 1966).
Por su lado, sobre Reyes escribió centenares de páginas, entre otras las de sus trabajos La vida en la obra de Alfonso Reyes (1961 y 1966), “Rubén Darío y los Reyes” (Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, núm. 47, abril, 1963), “El orden en los papeles”, (Nuestra década, 1964), Más sobre Unamuno y Reyes (1964), Rubén Darío y Alfonso Reyes (1966), “Menéndez Pidal y Alfonso Reyes” (Anuario de Letras, UNAM, 1968-1969) y Los amigos de Alfonso Reyes (1971). En cuanto a Martí, Mejía Sánchez ha referido su devoción al mismo en el prólogo a una compilación crítica de las correspondencias norteamericanas del apóstol cubano que editó dos veces: José Martí en el Partido Liberal, (1886-1892). Tal devoción la concretó, por ejemplo, en un cursillo de 1957, en la dirección de una tesis en 1958, en unas páginas de su “Biblioteca Americana” (1959), en dos seminarios —uno de 1960 y otro de 1972— y en su asistencia al Coloquio Internacional de Burdeos el último año referido. La tradujo, además, en tres ensayos: “José Martí” (Cuadernos Universitarios, León, núm. 17, 1961), “Los últimos días de José Martí (Humanitas, Monterrey, núm. 4, 1963) y “Martí y Darío ven el baile español” (Filosofía y Letras, UNAM, núm. 3, 1977).
Pero también autores de otras lenguas y literaturas, como la francesa y la inglesa, tuvieron en Mejía Sánchez un apasionado, fehaciente erudito. Dos de ellos, al respecto, fueron Juan Jacobo Rousseau y George Santayana. Sobre el primero sistematizó una interpretación teórica: “El pensamiento literario de Rousseau” (incluida en la obra colectiva Presencia de Rousseau en México¸ México, UNAM, 1962); y sobre el segundo una valoración interesante. Octavio Paz elogió el ensayo sobre el enciclopedista francés en su Corriente alterna (México, Siglo veintiuno, 1967, pp. 64-66): “Mejía Sánchez analiza con gran erudición e inteligencia un texto muy poco conocido del primero (Rousseau) y en el cual no es ilegítimo ver una suerte de prefiguración de la concepción surrealista del lenguaje. Se trata del Essai sur l’origine des langues. Confieso que yo no lo conocía e ignoro si (Andrés) Breton lo leyó alguna vez. Me inclino por la negativa (…) Breton creía que el lenguaje funda a la sociedad y no a la inversa; Mejía Sánchez señala que para Rousseau “hay un pacto lingüístico anterior al pacto social…”
Sin embargo, no bastan estas líneas para dar una idea bastante aproximada de la erudición y del repertorio bibliográfico de Mejía Sánchez. Habría que deslindar en él ocho etapas vitales para comprender su vocación y carrera literarias. La de su Infancia y adolescencia (1923-1940, hasta los 17 años); Los años formativos (1941-1951, hasta los 28), primero en Nicaragua como poeta y luego académicamente en México (de enero, 1944, a julio, 1951) hasta graduarse; La experiencia europea (1951-1953) sobre todo española, durante la cual realizó pesquisas documentales que posteriormente aprovecharía; Intermezzo nicaragüense (1954-1955) e imposibilidad de adaptarse al medio; Realizaciones y primera madurez (1966-1972): en USA (Tulane, Nebraska, Nueva York) y México (de los 43 a los 49); años también de realizaciones y madurez creadora que culminaron con la publicación en Madrid de Cuestiones rubendarianas (1970), el doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (1971) y la edición de su casi toda su producción poemática en Recolección a mediodía (1972); Años de crisis familiar y radical agnosticismo (1973-1978, de los 50 a los 58); y La intensificación declinante de su crisis (1979-1985, de los 59 a los 62), por la emergencia de una enfermedad mortal: fibrosis intersticial difusa (Pasman Rich) en 1979.
Como se ve, hubo ocho Mejía Sánchez bien definidos de los cuales tuve la fortuna de conocer a los tres últimos, aunque el pre-mortem me haya deparado alguna decepción perdonable. Lo cierto es que los Mejía Sánchez mejor asimilados intelectualmente por mí, fueron el quinto y el sexto, o sea el de las etapas culminantes de su carrera. Son los Mejía Sánchez que guardo con gratitud, pues el hombre desde que me lo presentó Enrique Fernández Morales en su casa-museo (Granada, 26 de diciembre de 1965), se preocupó por mi destino literario y me heredó algunos de sus papeles y folletos nacionales, enseñándome a honrar los valores culturales y a practicar una generosidad bibliográfica oportuna, entre otros bienes perdurables.
Esta vez quiero dejar constancia de su amistad, transcribiendo tres de las doce dedicatorias que me obsequió y aún conservo con sus títulos respectivos: “A Jorge Eduardo Arellano —decía la primera—, en memoria de nuestras arduas sesiones bibliográficas. Afectuosamente, Ernesto Mejía Sánchez. Granada, feb. 1966”, estampada en un ejemplar de La poesía contemporánea en Centro América, ponencia leída en las Primeras Jornadas de Lengua y Literaria Hispanoamericanas, celebradas en Salamanca, 1953. La segunda fue trazada en el primer ejemplar de Estelas / homenajes, y en ella reconoce al gran amigo “que me permitió recoger estos fragmentos, —con la gratitud de su afectísimo, Ernesto Mejía Sánchez—, ya casi 16 de enero de 1971”. Y la tercera figura en su folleto Literatura y sociedad puertorriqueñas (1977) y dice “A Jorge Eduardo, gran amigo, colaborador y sucesor de todo lo bueno que quise hacer”.
La etapa de su infancia y adolescencia quedó trasfundida en sus textos autobiográficos (poemas y prosemas), que no son pocos. La formativa de Nicaragua puede rastrearse en El Sembrador y en Anhelos, publicaciones periódicas católicas de Masaya (la segunda, dirigida por él, constó de nueve números: de julio, 1940 a abril, 1941), como también en el primero Cuaderno del Taller San Lucas (octubre, 1942).
La etapa de México, entre 1944 y 1951, entrañó su formación académica y americana. Guiado por el polígrafo Rafael Heliodoro Valle, hombre cordial y práctico, Mejía Sánchez tuvo de maestros insustituibles al español Agustín Millares Carlos —notable bibliógrafo—, a ese coloso del saber literario y universal que fue Alfonso Reyes y al agudo crítico argentino Raimundo Lida. En dicha etapa no sólo escribió la tesis de maestría Los primeros cuentos de Rubén Darío (1951), sino también sus primeros títulos en verso: Ensalmos y conjuros (1947), La carne contigua (1948), El retorno (1950) y La impureza (1951). De este año a 1953 data su estadía en Europa: Francia, Italia, España. Allí, bajo la orientación de Antonio Rodríguez Moñino, completó su erudición en letras españolas, hizo activa vida literaria desde la Residencia del Mayor Guadalupe en Madrid y su poesía encontró afinidad espiritual e iluminada fecundación en la del catalán Carlos Riba.
En fin, de 31 años regresó a Nicaragua para administrar una empresa cuasi-familiar: la Imprenta Granada; pero, aunque el 26 de junio de 1955 ingresaría en la Academia Nicaragüense de la Lengua, no pudo desplegar libremente sus talentos (las condiciones objetivas se lo impidieron) y tuvo que marcharse a México, país donde se arraigó para siempre y fue algo- más que su segunda patria. LIC:RENE DAVILA.
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LA POESIA.
1
Este desasosiego, esta palabra que desde el corazón
me llega y se detiene en mis labios, no es nuevo en mí,
sino que permanece, vive desde cuando mis padres
en amorosa lucha concretaron la carne de la muerte
para darme al mundo; y me crece como un mar en el pecho,
siempre cambiente, furioso y sin consuelo.
Ha de llegar un día en que tanto afán madure
y se desangre, y esa ignorada palabra detenida
en mis labios rompa el aire como un canto y
me haga feliz y duradero el nombre.
4
Si la azucena es vil en su pureza
y oculta la virtud del asesino,
si el veneno sutil es el camino
para lograr exacta la belleza;
Engaño pues mi amor con la nobleza
y confundo lo ruin con lo divino,
hago de la cordura desatino,
de la sola mentira mi certeza.
Nadie sale triunfante en la batalla,
ni angélica promesa en que me escudo
ni humana condición que me amuralla.
Contra toda verdad he de quererte,
equilibrio infernal. Nací desnudo:
sólo contigo venceré a la muerte.
En el número 34 (octubre, 2009) de la revista Lengua, Julio Valle-Castillo rinde un compacto y completo homenaje a su maestro paradigmático: “Ernesto Mejía Sánchez, crítico de Rubén Darío”, fallecido hace 25 años. “Reinaremos en el olvido”, aseguraba Mejía Sánchez; pero sus más próximos discípulos nunca creímos que, en su caso personal, ese reino adviniese tan pronto. Ni su poesía ni su prosa se han difundido como merecen ni han recibido estudios ni reconocimientos críticos. Ni siquiera su producción dariísta, ya compilada por Valle-Castillo, ha visto luz.
De ahí que evoque su amistad y vida, creación y erudición: los cuatro aspectos del ser humano que fue Ernesto Mejía Sánchez (Masaya, Nicaragua, 6 de julio, 1923-Mérida, Yucatán, 29 de octubre, 1985): uno de los mayores poetas mallarmeanos (en la línea de Stephane Mallarmé) de Hispanoamérica y quizá el hombre de letras más completo de Nicaragua. El único, al menos, que en la segunda mitad del siglo XX alcanzó un nivel transoceánico como crítico e investigador literario. Sin lograr obras de síntesis como Pedro Henríquez Ureña, dejó una extensa y dispersa producción erudita que abarca más de cien títulos, entre libros, folletos, sobretiros, antologías y ediciones de y sobre epígonos de la poesía, la narrativa y el pensamiento en lengua española.
Sin ánimo de llenar varios párrafos de nombres, enumero los autores a quienes entregó sus principales afanes y desvelos: Bartolomé de las Casas, Gaspar Pérez de Villagrá, el Príncipe de Esquilache (Francisco de Borja), Juan Francisco de Páramo y Cepeda, Marcelino Menéndez Pelayo, Miguel de Unamuno y Azorín, por citar siete españoles. Luego, a los hispanoamericanos —comenzando por los mexicanos— Servando Teresa de Mier, Carlos María de Bustamante, Manuel Gutiérrez Nájera, Amado Nervo, Luis G. Urbina, Julio Torri y Alfonso de Reyes, cuyas Obras completas tuvo a su cargo desde el volumen XIII; a los sudamericanos Andrés Bello, Juan Montalvo, Domingo Faustino Sarmiento, Rufino Blanco Fombona, Rómulo Gallegos; y a los centroamericanos Rubén Darío y Salomón de la Selva. Finalmente, a los antillanos José Martí, Eugenio María Hostos, Pedro Henríquez Ureña y José Luis González.
De todas estas veinticinco figuras capitales, a quienes dedicó acuciosas indagaciones, Darío, Reyes y Martí, despertaron su mayor interés. Mejía Sánchez fue el más sabio dariísta de su tiempo, como dan fe las ediciones que preparó de los Cuentos completos en 1950 y de las Poesías en 1952 y 1977 de Darío, los fundamentales estudios recogidos en Cuestiones rubendarianas (1970) y varias investigaciones: desde la primera y desconocida “Darío, Maeztu y la Hispanidad”, (Anhelos, núm. IX, marzo, 1941), pasando por “Darío y Acuña” (La Prensa, Managua, 18 de agosto, 1949), hasta las reveladores puntualizaciones de Hércules y Onfalia (México, 1964) y Las revelaciones literarias (Revista Iberoamericana, núm. 62, 1966).
Por su lado, sobre Reyes escribió centenares de páginas, entre otras las de sus trabajos La vida en la obra de Alfonso Reyes (1961 y 1966), “Rubén Darío y los Reyes” (Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, núm. 47, abril, 1963), “El orden en los papeles”, (Nuestra década, 1964), Más sobre Unamuno y Reyes (1964), Rubén Darío y Alfonso Reyes (1966), “Menéndez Pidal y Alfonso Reyes” (Anuario de Letras, UNAM, 1968-1969) y Los amigos de Alfonso Reyes (1971). En cuanto a Martí, Mejía Sánchez ha referido su devoción al mismo en el prólogo a una compilación crítica de las correspondencias norteamericanas del apóstol cubano que editó dos veces: José Martí en el Partido Liberal, (1886-1892). Tal devoción la concretó, por ejemplo, en un cursillo de 1957, en la dirección de una tesis en 1958, en unas páginas de su “Biblioteca Americana” (1959), en dos seminarios —uno de 1960 y otro de 1972— y en su asistencia al Coloquio Internacional de Burdeos el último año referido. La tradujo, además, en tres ensayos: “José Martí” (Cuadernos Universitarios, León, núm. 17, 1961), “Los últimos días de José Martí (Humanitas, Monterrey, núm. 4, 1963) y “Martí y Darío ven el baile español” (Filosofía y Letras, UNAM, núm. 3, 1977).
Pero también autores de otras lenguas y literaturas, como la francesa y la inglesa, tuvieron en Mejía Sánchez un apasionado, fehaciente erudito. Dos de ellos, al respecto, fueron Juan Jacobo Rousseau y George Santayana. Sobre el primero sistematizó una interpretación teórica: “El pensamiento literario de Rousseau” (incluida en la obra colectiva Presencia de Rousseau en México¸ México, UNAM, 1962); y sobre el segundo una valoración interesante. Octavio Paz elogió el ensayo sobre el enciclopedista francés en su Corriente alterna (México, Siglo veintiuno, 1967, pp. 64-66): “Mejía Sánchez analiza con gran erudición e inteligencia un texto muy poco conocido del primero (Rousseau) y en el cual no es ilegítimo ver una suerte de prefiguración de la concepción surrealista del lenguaje. Se trata del Essai sur l’origine des langues. Confieso que yo no lo conocía e ignoro si (Andrés) Breton lo leyó alguna vez. Me inclino por la negativa (…) Breton creía que el lenguaje funda a la sociedad y no a la inversa; Mejía Sánchez señala que para Rousseau “hay un pacto lingüístico anterior al pacto social…”
Sin embargo, no bastan estas líneas para dar una idea bastante aproximada de la erudición y del repertorio bibliográfico de Mejía Sánchez. Habría que deslindar en él ocho etapas vitales para comprender su vocación y carrera literarias. La de su Infancia y adolescencia (1923-1940, hasta los 17 años); Los años formativos (1941-1951, hasta los 28), primero en Nicaragua como poeta y luego académicamente en México (de enero, 1944, a julio, 1951) hasta graduarse; La experiencia europea (1951-1953) sobre todo española, durante la cual realizó pesquisas documentales que posteriormente aprovecharía; Intermezzo nicaragüense (1954-1955) e imposibilidad de adaptarse al medio; Realizaciones y primera madurez (1966-1972): en USA (Tulane, Nebraska, Nueva York) y México (de los 43 a los 49); años también de realizaciones y madurez creadora que culminaron con la publicación en Madrid de Cuestiones rubendarianas (1970), el doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (1971) y la edición de su casi toda su producción poemática en Recolección a mediodía (1972); Años de crisis familiar y radical agnosticismo (1973-1978, de los 50 a los 58); y La intensificación declinante de su crisis (1979-1985, de los 59 a los 62), por la emergencia de una enfermedad mortal: fibrosis intersticial difusa (Pasman Rich) en 1979.
Como se ve, hubo ocho Mejía Sánchez bien definidos de los cuales tuve la fortuna de conocer a los tres últimos, aunque el pre-mortem me haya deparado alguna decepción perdonable. Lo cierto es que los Mejía Sánchez mejor asimilados intelectualmente por mí, fueron el quinto y el sexto, o sea el de las etapas culminantes de su carrera. Son los Mejía Sánchez que guardo con gratitud, pues el hombre desde que me lo presentó Enrique Fernández Morales en su casa-museo (Granada, 26 de diciembre de 1965), se preocupó por mi destino literario y me heredó algunos de sus papeles y folletos nacionales, enseñándome a honrar los valores culturales y a practicar una generosidad bibliográfica oportuna, entre otros bienes perdurables.
Esta vez quiero dejar constancia de su amistad, transcribiendo tres de las doce dedicatorias que me obsequió y aún conservo con sus títulos respectivos: “A Jorge Eduardo Arellano —decía la primera—, en memoria de nuestras arduas sesiones bibliográficas. Afectuosamente, Ernesto Mejía Sánchez. Granada, feb. 1966”, estampada en un ejemplar de La poesía contemporánea en Centro América, ponencia leída en las Primeras Jornadas de Lengua y Literaria Hispanoamericanas, celebradas en Salamanca, 1953. La segunda fue trazada en el primer ejemplar de Estelas / homenajes, y en ella reconoce al gran amigo “que me permitió recoger estos fragmentos, —con la gratitud de su afectísimo, Ernesto Mejía Sánchez—, ya casi 16 de enero de 1971”. Y la tercera figura en su folleto Literatura y sociedad puertorriqueñas (1977) y dice “A Jorge Eduardo, gran amigo, colaborador y sucesor de todo lo bueno que quise hacer”.
La etapa de su infancia y adolescencia quedó trasfundida en sus textos autobiográficos (poemas y prosemas), que no son pocos. La formativa de Nicaragua puede rastrearse en El Sembrador y en Anhelos, publicaciones periódicas católicas de Masaya (la segunda, dirigida por él, constó de nueve números: de julio, 1940 a abril, 1941), como también en el primero Cuaderno del Taller San Lucas (octubre, 1942).
La etapa de México, entre 1944 y 1951, entrañó su formación académica y americana. Guiado por el polígrafo Rafael Heliodoro Valle, hombre cordial y práctico, Mejía Sánchez tuvo de maestros insustituibles al español Agustín Millares Carlos —notable bibliógrafo—, a ese coloso del saber literario y universal que fue Alfonso Reyes y al agudo crítico argentino Raimundo Lida. En dicha etapa no sólo escribió la tesis de maestría Los primeros cuentos de Rubén Darío (1951), sino también sus primeros títulos en verso: Ensalmos y conjuros (1947), La carne contigua (1948), El retorno (1950) y La impureza (1951). De este año a 1953 data su estadía en Europa: Francia, Italia, España. Allí, bajo la orientación de Antonio Rodríguez Moñino, completó su erudición en letras españolas, hizo activa vida literaria desde la Residencia del Mayor Guadalupe en Madrid y su poesía encontró afinidad espiritual e iluminada fecundación en la del catalán Carlos Riba.
En fin, de 31 años regresó a Nicaragua para administrar una empresa cuasi-familiar: la Imprenta Granada; pero, aunque el 26 de junio de 1955 ingresaría en la Academia Nicaragüense de la Lengua, no pudo desplegar libremente sus talentos (las condiciones objetivas se lo impidieron) y tuvo que marcharse a México, país donde se arraigó para siempre y fue algo- más que su segunda patria. LIC:RENE DAVILA.
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domingo, 13 de marzo de 2011
EL TIEMPO LA GUADAÑA DE MIS SUEÑOS.
En términos físicos el tiempo no existe lo que existe son los espacios entre los cuerpos en el universo, que determinan los niveles de vida de la bóveda celeste. El tiempo es el conspirador silencioso de mi envejecimiento,el ladrón de mis sueños y vida,el conspirador nato de que mis células se arrojen al precipicio en una muerte irrevocable ,limitándome disfrutar el soplo de vida que me brindo el señor de las naciones.Como puedo arrullar en mi regazo a alguien que me mata lentamente y no es capaz de proporcionarme un hilo de hálito del elixir del olimpo.En definitiva cronos viene diariamente hacia mi, con presagios de destrucción como enarbolando la bandera de la guadaña, y que con sus funestas manos cubre mi cuerpo catastroficamente, acelerando el no disfrute de mis metas y del placer de ver la aurora brotando con luz liberadora de cada mañana. El tiempo es el asesino de mis sueños no realizados así,como el que me señala constantemente con el dedo térmico,que mi vida es de el y que estoy a merced de la voluntad de el,que la vida es un ensueño y que las estrellas son términos que no están al alcance de mis dedos,ya que es mayor el espacio que me roba que el que utilizo para conquistar como pericles mis victorias pirricas en este nicho natural.Siento como calderón de la barca que la vida es un sueño,que muero lentamente por el tiempo, pero mis instintos de lucha, triunfos y amor por la vida son como los de lancelot,quien con bocanadas de coraje,el puño de sansón,la sabiduría de salomón y la lanza certera de artemisa salio levantando el dedo pulgar en todas las batallas,quebrando en mil pedazos los esquemas de la adversidad.Hoy mas que en el infinito mi cuerpo se levanta cada mañana como diana ,a cazar nebulosas como amaneceres radiantes y con la valentía de anibal asi como la quijada maravillosa de aquiles marcho a recobrar mi espacio de vida,mis laureles,mi sudor laborioso,el rejuvenecimiento de mis células,el amor compartido de mi pareja y familia,el calor perdido,mis sueños,mis metas,el bálsamo para curar mis poros aguijoneados por el tiempo en fin mi existencia que me la quiere robar cronos." LIC:RENE DAVILA.
Ventana de informacion sobre la conservación del medio ambiente.
sábado, 12 de marzo de 2011
CESAR CARACAS EL MURALISMO HECHO VERBO.
CESAR CARACAS EL MURALISMO HECHO VERBO.: "
César Caracas, uno de los maestro de la pintura y muralismo nacional, se despidió esta semana luego de una larga enfermedad, dejando una obra sólida en las artes visuales; su trayectoria y su magisterio son reconocidos por varias generaciones
No importa el tiempo que se lleve fuera del país de origen, ni a la edad con que se emprendió el camino ni las circunstancias que motivaron la partida, la patria, como concepto íntimo, propio, siempre acompañará al individuo donde quiera que acampe. Ese ambiente se refleja, a nivel popular, en las comidas y los olores, que llegan a evocar a la familia, la casa, un parque, un lugar determinado, un árbol, un encuentro. Con la música, en una tonada que transporta a una plaza, a una calle, a algún rincón oculto donde un primer beso o una caricia tuvieron lugar mientras se escuchaba una canción popular y de moda.
En el caso de los artistas se añade al sentir popular, la sensibilidad exaltada que le imprime a esas reminiscencias del pasado vida propia con sus creaciones, haciendo trascender y perpetuar en la memoria colectiva parte de la historia personal y nacional.
En esa corriente de reflejar el sentir de un país, con sus personajes, figuras célebres y momentos históricos se encuentra la obra del artista plástico César Caracas (Rivas, 1935), quien lleva a Nicaragua como parte esencial de su trabajo creativo.
En su pueblo cercano a la frontera con Costa Rica, Caracas comenzó a sentir atracción por el dibujo. A los 13 años gana un concurso y poco tiempo después es alumno en Managua de Rodrigo Peñalba, con quien afianza su formación académica. Más tarde viaja a Italia con una beca y estudia en Florencia, en la prestigiosa Academia de San Marcos con el profesor Primo Conti, donde perfecciona la técnica. Al terminar sus estudios regresa a Nicaragua y ejerce como profesor en la Escuela de Artes Plásticas.
César Caracas siempre se sintió atraído por el muralismo, para reflejar los episodios nacionales y los temas sociales. Luego de viajar a México y ver las obras.
De los grandes muralistas, como Siqueiros, Orozco y Rivera -a quien conoció en 1954—, se impregnó del muralismo como elemento fundamental de su creación artística. En cierta ocasión Caracas expresó que cada vez que viajaba por carretera entre Nicaragua y México, siempre hablaba con la gente humilde, con los campesinos, algunos no sabían leer ni escribir, sin embargo decían conocer la historia de México por los murales de Diego Rivera. Hoy día parte de la historia de Nicaragua se conoce por los murales de César Caracas.
El pintor realizó su primer mural en 1958. La pieza de 25 metros recogía un episodio nacional, La batalla de San Jacinto, cuando el ejército nacional derrotó al filibustero norteamericano William Walker, en 1856. Desde entonces su trabajo ha sido continuo tanto en obras de pequeño, como mediano o gran formatos. Sus murales comprenden cerca de sesenta de estas piezas de grandes dimensiones, lo que lo convierte en el principal muralista de toda la historia de su país. Por ello el pueblo nicaragüense tiene un compromiso con este pintor, que ha documentado artísticamente los sucesos que han resaltado la tierra natal.
La pintura de Caracas destaca por su colorido, por los fuertes contrastes que impregnan la tela; por la figuración clara, directa y precisa, así como por el manejo de los trazos en el dibujo. La presencia constante de Rubén Darío en sus cuadros señala lo que el pintor ha expresado en múltiples ocasiones, que es un profundo dariano.
En los cuadros de César Caracas, por su afán de reflejar lo nicaragüense, es fácil identificar güegüenses, volcanes, montañas, paisajes, gentes de pueblo. En sus trazos está lo cotidiano, lo tradicional y lo humano. Sobre la pintura de Caracas el poeta y escritor nicaragüense César Lacayo ha expresado, resumiendo con precisión la labor del pintor que: “César Caracas es un claro exponente de la identidad nicaragüense. Su obra nos adentra en un diálogo con el pasado y el presente de su tierra. Expresa la naturaleza de sus motivos con un lenguaje artístico y popular. Dibujo sólido, colores fuertes, luminosos. Toca el pasado. Lo viejo toma forma, color, novedad e intención marcada en su plástica”.
En Miami, donde reside desde hace más de dos décadas, ha proseguido su carrera y sigue siendo considerado, tanto en su país como fuera, como uno de los mayores exponentes de la plástica nicaragüense y su principal muralista. César Caracas lleva orgullosamente a Nicaragua en su pintura. LIC:RENE DAVILA.
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César Caracas, uno de los maestro de la pintura y muralismo nacional, se despidió esta semana luego de una larga enfermedad, dejando una obra sólida en las artes visuales; su trayectoria y su magisterio son reconocidos por varias generaciones
No importa el tiempo que se lleve fuera del país de origen, ni a la edad con que se emprendió el camino ni las circunstancias que motivaron la partida, la patria, como concepto íntimo, propio, siempre acompañará al individuo donde quiera que acampe. Ese ambiente se refleja, a nivel popular, en las comidas y los olores, que llegan a evocar a la familia, la casa, un parque, un lugar determinado, un árbol, un encuentro. Con la música, en una tonada que transporta a una plaza, a una calle, a algún rincón oculto donde un primer beso o una caricia tuvieron lugar mientras se escuchaba una canción popular y de moda.
En el caso de los artistas se añade al sentir popular, la sensibilidad exaltada que le imprime a esas reminiscencias del pasado vida propia con sus creaciones, haciendo trascender y perpetuar en la memoria colectiva parte de la historia personal y nacional.
En esa corriente de reflejar el sentir de un país, con sus personajes, figuras célebres y momentos históricos se encuentra la obra del artista plástico César Caracas (Rivas, 1935), quien lleva a Nicaragua como parte esencial de su trabajo creativo.
En su pueblo cercano a la frontera con Costa Rica, Caracas comenzó a sentir atracción por el dibujo. A los 13 años gana un concurso y poco tiempo después es alumno en Managua de Rodrigo Peñalba, con quien afianza su formación académica. Más tarde viaja a Italia con una beca y estudia en Florencia, en la prestigiosa Academia de San Marcos con el profesor Primo Conti, donde perfecciona la técnica. Al terminar sus estudios regresa a Nicaragua y ejerce como profesor en la Escuela de Artes Plásticas.
César Caracas siempre se sintió atraído por el muralismo, para reflejar los episodios nacionales y los temas sociales. Luego de viajar a México y ver las obras.
De los grandes muralistas, como Siqueiros, Orozco y Rivera -a quien conoció en 1954—, se impregnó del muralismo como elemento fundamental de su creación artística. En cierta ocasión Caracas expresó que cada vez que viajaba por carretera entre Nicaragua y México, siempre hablaba con la gente humilde, con los campesinos, algunos no sabían leer ni escribir, sin embargo decían conocer la historia de México por los murales de Diego Rivera. Hoy día parte de la historia de Nicaragua se conoce por los murales de César Caracas.
El pintor realizó su primer mural en 1958. La pieza de 25 metros recogía un episodio nacional, La batalla de San Jacinto, cuando el ejército nacional derrotó al filibustero norteamericano William Walker, en 1856. Desde entonces su trabajo ha sido continuo tanto en obras de pequeño, como mediano o gran formatos. Sus murales comprenden cerca de sesenta de estas piezas de grandes dimensiones, lo que lo convierte en el principal muralista de toda la historia de su país. Por ello el pueblo nicaragüense tiene un compromiso con este pintor, que ha documentado artísticamente los sucesos que han resaltado la tierra natal.
La pintura de Caracas destaca por su colorido, por los fuertes contrastes que impregnan la tela; por la figuración clara, directa y precisa, así como por el manejo de los trazos en el dibujo. La presencia constante de Rubén Darío en sus cuadros señala lo que el pintor ha expresado en múltiples ocasiones, que es un profundo dariano.
En los cuadros de César Caracas, por su afán de reflejar lo nicaragüense, es fácil identificar güegüenses, volcanes, montañas, paisajes, gentes de pueblo. En sus trazos está lo cotidiano, lo tradicional y lo humano. Sobre la pintura de Caracas el poeta y escritor nicaragüense César Lacayo ha expresado, resumiendo con precisión la labor del pintor que: “César Caracas es un claro exponente de la identidad nicaragüense. Su obra nos adentra en un diálogo con el pasado y el presente de su tierra. Expresa la naturaleza de sus motivos con un lenguaje artístico y popular. Dibujo sólido, colores fuertes, luminosos. Toca el pasado. Lo viejo toma forma, color, novedad e intención marcada en su plástica”.
En Miami, donde reside desde hace más de dos décadas, ha proseguido su carrera y sigue siendo considerado, tanto en su país como fuera, como uno de los mayores exponentes de la plástica nicaragüense y su principal muralista. César Caracas lleva orgullosamente a Nicaragua en su pintura. LIC:RENE DAVILA.
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viernes, 11 de marzo de 2011
CESAR VALLEJOS LA DIFERENCIACIÓN EXPRESIVA DE SU POESÍA.
CESAR VALLEJOS LA DIFERENCIACIÓN EXPRESIVA DE SU POESÍA.: "
LOS HERALDOS NEGROS
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos,
como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza,
como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco, Perú, 16 de marzo de 1892 - París, 15 de abril de 1938), poeta y escritor1 peruano considerado entre los más grandes innovadores de la poesía del siglo XX. Fue, en opinión del crítico Thomas Merton, "el más grande poeta universal después de Dante", palabras que no añaden nada al enorme legado del poeta del "dolor humano", quien revolucionó la forma y el fondo de sentir y escribir poéticamente. En Trujillo se asoció con la llamada “bohemia trujillana”, círculo de intelectuales que más tarde sería conocido como el Grupo Norte. Este núcleo estuvo conformado por Antenor Orrego, José Eulogio Garrido, Alcides Spelucín, Víctor Raúl Haya de la Torre, Juan Espejo Asturrizaga, entre otros. En la capital Vallejo se vinculó con escritores e intelectuales como Abraham Valdelomar y su grupo Colónida, José Carlos Mariátegui, Luis Alberto Sánchez, Manuel González Prada, José María Eguren y Juan Parra del Riego. Fue en Lima donde publicó sus dos primeros poemarios: Los heraldos negros (1918), que reúne poesías que si bien en el aspecto formal son todavía de filiación modernista, constituyen a la vez el comienzo de la búsqueda de una diferenciación expresiva; y Trilce (1922), obra que significa ya la creación de un lenguaje poético muy personal, coincidiendo con la irrupción del vanguardismo a nivel mundial. En 1923 dio a la prensa su primera obra narrativa: Escalas melografiadas, colección de estampas y relatos, algunos ya vanguardistas. Ese mismo año partió hacia Europa, para no volver más a su patria. Hasta su muerte residió mayormente en París, con algunas breves estancias en Madrid y en otras ciudades europeas en las que estuvo de paso. Vivió del periodismo2 complementado con trabajos de traducción y docencia. En esta última etapa de su vida no publicó libros de poesía, aunque escribió una serie de poemas que serían publicados póstumamente. Publicó en cambio, libros en prosa: la novela proletaria o indigenista El tungsteno (Madrid, 1931) y el libro de crónicas Rusia en 1931 (Madrid, 1931). Por entonces escribió también su más famoso cuento, "Paco Yunque", que fue publicado años después de su muerte. Sus poemas póstumos fueron agrupados en dos poemarios: Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz, publicados en 1939 gracias al empeño de su viuda, Georgette Vallejo. La poesía reunida en estos últimos poemarios es de corte social, con esporádicos temas de posición ideológica y profundamente humanos. Para muchos críticos, los “poemas humanos” constituyen lo mejor de su producción poética, que lo han hecho merecedor del calificativo de “poeta universal”.
César Abraham Vallejo Mendoza nació en Santiago de Chuco, pueblo en una zona alta de la región de La Libertad, en el Perú. Sus padres fueron Francisco de Paula Vallejo Benítez y María de los Santos Mendoza Gurrionero. César fue el menor de once hermanos. Su apariencia mestiza se debió a que sus abuelas fueron indias y sus abuelos sacerdotes gallegos. Era un “hombre muy moreno, con nariz de boxeador y gomina en el pelo”, según recordó César González Ruano, en una entrevista publicada en El Heraldo de Madrid, el 27 de enero de 1931.
Sus padres querían dedicarlo al sacerdocio, lo que él en su primera infancia aceptó de muy buena gana; de ahí que existan tantas referencias bíblicas y litúrgicas en sus primeros versos. Sus estudios primarios los realiza en el Centro Escolar No. 271 del mismo Santiago de Chuco, pero desde abril de 1905 hasta 1909 estudia la secundaria en el Colegio Nacional San Nicolás de Huamachuco.
En 1910 se matricula en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de Trujillo, pero debido a la carencia económica retorna a su pueblo, con el propósito de trabajar y ahorrar para continuar luego sus estudios. Apoya a su padre en sus tareas administrativas de gobernador y toma contacto con la realidad de los trabajadores de las minas de Quiruvilca, cerca de Santiago de Chuco, lo que recordará más adelante en su novela El tungsteno.
En 1911 viaja a Lima para matricularse en la Facultad de Medicina de San Fernando, pero nuevamente abandona el claustro universitario por razones económicas o tal vez por desilusionarse de dicha carrera. Consigue un empleo de preceptor de los hijos de un rico hacendado de Acobamba (Departamento de Junín, sierra central peruana), trabajo en el que permanece durante siete meses. Luego regresa a Trujillo, y en 1912 consigue un modesto empleo como ayudante de cajero en la hacienda azucarera “Roma”, en el valle de Chicama, donde fue testigo de la cruel explotación de los peones indios.
En 1913 regresa a Trujillo con el propósito de retomar sus estudios universitarios en Letras. A fin de costearse sus estudios, trabaja como maestro en el Centro Escolar de Varones Nº 241, y luego como profesor del primer año de primaria en el Colegio Nacional de San Juan, donde tuvo como pequeño alumno a Ciro Alegría, que más tarde se convertiría en un gran novelista.3 El 22 de septiembre de 1915 se gradúa de bachiller en Letras con su tesis El romanticismo en la poesía castellana.
En 1916 frecuenta con la juventud intelectual de la época agrupada en la "bohemia trujillana", conocida luego como el Grupo Norte, donde figuran Antenor Orrego, Alcides Spelucín, José Eulogio Garrido, Juan Espejo Asturrizaga, Macedonio de la Torre y Víctor Raúl Haya de la Torre. Publica sus primeros poemas en los diarios y revistas locales (algunas de las cuales son recogidas por publicaciones de Lima) y se enamora de María Rosa Sandoval, joven atractiva e inteligente, que fue la musa inspiradora de algunos de sus poemas de Los heraldos negros
En 1917 conoce a “Mirtho” (Zoila Rosa Cuadra), una muchacha de quince años con quien sostiene un apasionado y corto romance. Al parecer, Vallejo intenta suicidarse a causa del desengaño. Sea como fuese, es convencido por sus amigos para viajar a Lima a fin de proseguir sus estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y conseguir su doctorado en Letras y Derecho. Se embarca en el vapor Ucayali, y llega a Lima el 30 de diciembre de 1917. Conoce a lo más selecto de la intelectualidad limeña. Se encuentra con Clemente Palma, que había sido un furibundo detractor de su obra poética (había calificado de mamarracho su poema "El poeta a su amada"), pero quien esta vez le da muestras de respeto. Llega a entrevistarse con José María Eguren y con Manuel González Prada, a quien los más jóvenes consideraban entonces un maestro y guía. También conoce a Abraham Valdelomar y a José Carlos Mariátegui, con quienes hace profunda amistad. Asimismo, publica algunos de sus poemas en la Revista Suramérica del periodista Carlos Pérez Cánepa.
En 1918 entra a trabajar al colegio Barrós de Lima. Cuando en septiembre de ese año muere el director y fundador de dicho colegio, Vallejo consigue la plaza de director del plantel. Se enreda en otra tormentosa relación amorosa, esta vez con Otilia Villanueva, una muchacha de 15 años, cuñada de uno de sus colegas. Debido a ello pierde su puesto de docente. Otilia será la inspiradora de varios de sus poemas de "Trilce".
En 1919 consigue empleo como inspector disciplinario y profesor de Gramática Castellana en el Colegio Guadalupe. Ese mismo año ve la luz su primer poemario Los heraldos negros, que muestran aún las huellas del modernismo en su estructura, aunque ya se vislumbran algunas características muy peculiares en el lenguaje poético. El poeta toca la angustia existencial, la culpa personal y el dolor, como, por ejemplo, en los conocidos versos "Hay golpes en la vida tan fuertes... ¡Yo no sé!" o "Yo nací un día / que Dios estuvo enfermo". Circularon relativamente pocos ejemplares, pero el libro fue en general bien recibido por la crítica.
Su madre había fallecido en 1918. La nostalgia familiar lo empuja, en mayo de 1920, a retornar a Santiago de Chuco. El 1º de agosto ocurre el incendio y saqueo de una casa del pueblo, perteneciente a la familia Santa María Calderón, arrieros negociantes de mercaderías y alcohol desde la costa, suceso del que se le acusa injustamente como participante y azuzador, por el Juez Quevedo Iturri. Se esconde pero es descubierto, apresado y arrojado en un calabozo de Trujillo donde permanecerá durante 112 días (del 6 de noviembre de 1920 al 26 de febrero de 1921).
Tras salir en libertad condicional, se dirige nuevamente a Lima, donde su cuento "Más allá de la vida y de la muerte" fue premiado en un concurso literario. El monto del premio lo destina a financiar otras publicaciones literarias. En octubre de 1922 sale a la luz su segundo poemario: Trilce, prologado por su amigo Antenor Orrego. Es recibido tibiamente por la crítica, que no alcanzaba aún a comprender la literatura de vanguardia, salvo por el propio Orrego, quien dijo de Vallejo: "a partir de este sembrador se inicia una nueva época de la libertad, de la autonomía poética, de la vernácula articulación verbal".
Trilce anticipó gran parte del vanguardismo que se desarrollaría en los años 1920 y '30. En este libro Vallejo lleva la lengua española a límites insospechados: inventa palabras, fuerza la sintaxis, emplea la escritura automática y otras técnicas utilizadas por los movimientos "dadá" y "surrealista". Se adelantó a la renovación del lenguaje literario que después ensayaría Vicente Huidobro en su poemario Altazor (1931) y James Joyce en su relato onírico Finnegans Wake (1939).
En marzo de 1923, Vallejo publica una corta edición de Escalas o Escalas melografiadas, colección de relatos y cuentos, algunos ya vanguardistas. Otra narración suya, titulada Fabla salvaje, fue publicada el 16 de mayo de 1923 en la serie “La novela peruana” dirigida por Pedro Barrantes Castro.
Es admitido nuevamente como profesor en el Colegio Guadalupe, puesto en el cual no durará mucho, tras ser declarado cesante. Hastiado de la mediocridad local, tenía ya sus miras puestas en el Viejo Mundo. Con el dinero que le adeudaba el Ministerio de Educación, se embarca rumbo a Europa, de donde no regresará más. Viaja en el vapor Oroya el 17 de junio de 1923, con una moneda de quinientos soles. Arriba a París el 13 de julio. Sus ingresos —siempre insuficientes— provenían del periodismo, si bien fungió también de traductor. Escribía para el diario El Norte de Trujillo, y las revistas L'Amérique Latine de París, España de Madrid y Alfar de La Coruña.
Sus dos primeros años en París fueron de mucha estrechez económica, al punto que muchas veces tuvo que dormir a la intemperie. Inicia su amistad con el escritor español Juan Larrea y con Vicente Huidobro; traba contacto con importantes intelectuales como Pablo Neruda y Tristan Tzara.
A principios de 1924 recibe la noticia de la muerte de su padre. En octubre es hospitalizado en un hospital de caridad pública, a consecuencia de una hemorragia intestinal. Fue operado y pudo restablecerse.
En 1925 empieza a trabajar como secretario de la recién fundada Les Grands Journaux IberoAméricains o Los Grandes Periódicos Iberoamericanos, una vasta organización publicitaria. También empieza a colaborar para la revista limeña Mundial. Ese año el gobierno español le concede una modesta beca para que pudiera continuar sus estudios universitarios de Derecho en España. En los dos años siguientes visitará periódica y brevemente Madrid a fin de cobrar a plazo fijo el monto de la beca, aunque sin estudiar; en octubre de 1927 renunciará a dicha beca. Nunca se doctoró en Letras ni en Derecho.
En 1926 renuncia a su trabajo en Los Grandes Periódicos Iberoamericanos y conoce a su primera compañera francesa, Henriette Maisse, con quien convivirá hasta octubre de 1928. Con Juan Larrea funda la revista Favorables París Poema, y con Pablo Abril de Vivero el semanario La semana parisién. Ambas publicaciones tuvieron vida efímera. Empieza a enviar colaboraciones para la revista limeña Variedades.
En 1927 conoce en París a Georgette Marie Philippart Travers, una joven de 18 años que vivía con su madre en un departamento situado al frente del hotel donde se hospedaba. Profundiza sus estudios sobre el marxismo. Aparece una narración suya en Amauta, la revista que fundara en Lima su amigo José Carlos Mariátegui y la que también reproduce varias de sus crónicas periodísticas.
En abril de 1928 nuevamente enferma de gravedad, pero se recupera a los pocos meses. Todavía le acompañaba Henriette. Empieza a interesarse con más ahínco por las cuestiones político-sociales. Ese mismo año realiza su primer viaje a Rusia. Retorna a París y funda la célula parisina del Partido Socialista que fundara a su vez su amigo José Carlos Mariátegui en el Perú (después denominado Partido Comunista Peruano).
En 1929 empieza a convivir con Georgette (quien acababa de heredar el departamento y bienes de su fallecida madre) y junto con ella realiza un segundo viaje a Rusia. Se detiene en Colonia, Varsovia, Praga, Viena, Budapest, Moscú, Leningrado y varias ciudades italianas, antes de retornar a París. Empieza a colaborar para el diario El Comercio, como corresponsal oficial, y continua colaborando con las revistas Variedades y Mundial, labor periodística que será forzosamente suspendida en 1930 a raíz de la crisis mundial, cuando dichas revistas desaparezcan, al igual que el suplemento dominical del diario El Comercio donde se publicaban sus artículos.
En esta primera parte de su estancia parisina, que va de 1923 a 1929, se sitúa la composición de algunos cuantos poemas (después llamados Poemas en prosa), un libro o recopilación de ensayos: Contra el secreto profesional y un proyecto de novela incaica: Hacia el reino de los Sciris, todos los cuales serían publicados póstumamente, a excepción de algunos ensayos y relatos sueltos. La razón de esta parquedad de creaciones literarias se debía a que se hallaba más absorbido en producir artículos y crónicas para diarios y revistas pane lucrando.
En 1930 viaja a Madrid a raíz de la publicación de su poemario Trilce, que señaló el descubrimiento de su poesía en España, donde fue sometida a la crítica. Retorna a París pero al poco tiempo es expulsado, acusado de hacer propaganda comunista. Junto con Georgette vuelve a Madrid. Allí es testigo de la caída de la monarquía borbónica y la proclamación de la Segunda República Española (1931); se relaciona también con grandes literatos españoles como Miguel de Unamuno, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Gerardo Diego y José Bergamín. Publica también su novela proletaria El tungsteno, y su libro de crónicas y ensayos Rusia en 1931, obra ésta que se convirtió en un best seller, al tener tres ediciones en solo cuatro meses. Le niegan, en cambio, la publicación de su cuento "Paco Yunque", por ser un relato “muy triste”.
En octubre de 1931 realiza un tercer y último viaje a Rusia para participar en el Congreso Internacional de Escritores Solidarios con el Régimen Soviético. Retorna a Madrid y continua con pasión su tarea literaria, pero los editores españoles se niegan a publicar sus obras de teatro Lock-out y Moscú contra Moscú (conocida después como Entre las dos orillas corre el río), así como su libro de crónicas: Rusia ante el segundo plan quinquenal (continuación de Rusia en 1931), y su recopilación de ensayos: El arte y la revolución. La razón principal: por ser obras de carácter marcadamente marxista y revolucionario. Por esta época empieza también a escribir (hasta 1937) una serie de poemas que póstumamente serían recopilados y publicados con el título de Poemas humanos.
En 1932 decide regresar a París, al ser levantada la anterior restricción de ingreso. Ese año Georgette es hospitalizada por un mal causado por los continuos abortos provocados (según testimonio de Juan Larrea, amigo y biógrafo de Vallejo); pero se recupera. En 1933 Vallejo escribe un extenso artículo, publicado por entregas en el "Germinal" de París, titulado “¿Qué pasa en el Perú?”, sobre la realidad peruana. Por ese tiempo deambula por pensiones y hoteles parisinos en medio de una gran angustia económica.
César Vallejo en Niza, en 1929.
En 1934 se casa por lo civil con Georgette. Por entonces termina de escribir otra de sus obras teatrales: Colacho Hermanos o presidentes de América, sátira contra los gobiernos latinoamericanos sumisos al imperialismo yanqui, pero que ningún editor se animó a publicar. También le rechazan otro libro de ensayos que quiso dar a la prensa: Contra el secreto profesional. Entre 1935 y 1936 escribe diversos cuentos, titulados: "El niño del carrizo", "Viaje alrededor del porvenir", "Los dos soras" y "El vencedor", bocetos narrativos que serían publicados años después de su muerte.
En 1936, al estallar la Guerra Civil Española, colabora con mucho fervor en la fundación del “Comité Iberoamericano para la Defensa de la República Española” y de su vocero, el boletín Nueva España. Le acompaña en esa labor Pablo Neruda. En diciembre de dicho año viaja por unos días a España, pasando por Barcelona y Madrid, preocupado por el desarrollo de los acontecimientos. En julio de 1937 vuelve por última vez a España para asistir al “Congreso Internacional de Escritores Antifascistas”. Visita Barcelona, Valencia, Jaén y el frente en Madrid. De vuelta a París, es elegido secretario de la sección peruana de la "Asociación Internacional de Escritores". Entre septiembre y noviembre de 1937 escribe sus últimas composiciones líricas de Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz; así como el drama de tema incaico La piedra cansada.
A inicios de 1938 se encuentra trabajando en París como profesor de Lengua y Literatura, pero en marzo sufre de agotamiento físico. El día 24 de marzo es internado por una enfermedad desconocida (después se supo que fue la reactivación de un antiguo paludismo que sufrió de niño) y entra en crisis el 7 y el 8 de abril. Fallece el 15 de abril del '38, un viernes santo con llovizna en París, pero no un jueves, como se cree que vaticinó en un poema suyo ("Piedra negra sobre una piedra blanca"). Se le realiza un embalsamamiento. Su elogio fúnebre estuvo a cargo del poeta francés Louis Aragon. El 19 de abril sus restos son trasladados a la Mansión de la Cultura y más tarde al cementerio de Montrouge. El 3 de abril de 1970, Georgette Vallejo, cumple uno de los sueños más caros del poeta y traslada sus restos al cementerio de Montparnasse, escribiendo en su epitafio:
He nevado tanto para que duermas
Obra
Vallejo abarcó prácticamente todos los géneros literarios: poesía, narrativa (novelas y cuentos), teatro y ensayo. Se debe también mencionar su copiosa labor periodística (crónicas y artículos).
Poesía
Portada de la edición príncipe de Los heraldos negros.
Es comúnmente aceptado que la lírica es en donde Vallejo alcanza su verdadera expresión y sus más altas cotas. Consta de tres etapas:
Etapa modernista.
Etapa vanguardista.
Etapa revolucionaria.
Etapa modernista
Artículo principal: Los heraldos negros
Comprende el libro de poemas Los heraldos negros (Lima, 1919). Constituye el comienzo de la búsqueda del poeta por una diferenciación expresiva, la cual se irá consolidando a lo largo de toda su obra. Para Vallejo era necesario fundar un lenguaje poético diferente a lo tradicional.
Según Mariátegui “en estos versos principia la poesía peruana, en el sentido indigenista”. Efectivamente, el poeta nos habla de lo nativo. Allí están las profundas vivencias de los sucesos cotidianos, la vida familiar y aldeana, el paisaje tierno y eglógico, pero expresados todavía con el gusto modernista y las formas métricas y estróficas de la poesía clásica.
También encontramos temas más elevados como la protesta contra el destino del hombre, la muerte, el dolor, la conciencia de orfandad, el absurdo, todos ellos tratados por el poeta con un acento muy personal.
En efecto, el poeta despliega en el poemario características que lo convierten en un libro único: la exhibición impúdica de sentimientos, la muestra descarnada del sufrimiento, la radical desnudez de la palabra.
El primer poema de la serie da título al libro y se refiere a los momentos en que la muerte, o el simple paso del tiempo, nos dan una señal angustiosa, cual sacudida. "...son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema." Esta imagen, en realidad tan fundada como innovadora, fue objeto de burla de Miguel de Unamuno, ya que el anquilosamiento retórico en que se hallaba la poesía y la literatura española por aquellos tiempos, aún no podía permitir entender que se pudiera extraer lo profundo de lo cotidiano, incluso de lo doméstico.
Etapa vanguardista Trilce
Cubierta de la primera edición de Trilce, con el retrato del poeta.
Comprende el poemario Trilce (Lima, 1922), uno de los mayores libros de poesía de la vanguardia posbélica a nivel mundial. El poemario nace en un contexto muy especial para el poeta. Su perplejidad ante el mundo se había acrecentado: la muerte de su madre, sus fracasos amorosos, la experiencia de no ser aceptado totalmente en Lima y su estadía en una lóbrega cárcel de Trujillo, son los principales acontecimientos que marcaron el profundo sentimiento de exclusión del poeta. Estas experiencias forjaron en él ese sentimiento de ser humano preso de la existencia o de la sociedad y fueron el origen del desgarramiento del poeta, del dolor infinito que encierra cada poema, y de su densidad y hermetismo.
El nombre del poemario es un neologismo inventado por Vallejo, cuyo significado hasta ahora es incierto. De acuerdo a la versión más extendida, derivaría de “tres”, pues el cambio del nombre del libro (originalmente Vallejo le puso el título de “Cráneos de bronce”) fue cotizado por el impresor en tres libras (treinta soles oro).
Al momento de aparecer cayó en el mayor vacío, pues la gente todavía estaba acostumbrada a los versos románticos y modernistas. El mismo Vallejo lo explica en carta dirigida a Antenor Orrego, y defiende a la vez su posición:
"El libro ha nacido en el mayor vacío. Soy responsable de el. Asumo toda la responsabilidad de su estética. Hoy más que nunca quizá, siento gravitar sobre mí, una hasta ahora desconocida obligación sacratísima, de hombre y de artista. ¡La de ser Libre! Si no he de ser libre hoy, no lo seré jamás. Siento que gana el arco de mi frente su más imperativa fuerza de heroicidad. Me doy en la forma mas libre que puedo y ésta es mi mejor cosecha artística”. (...) ¡Dios sabe cuánto he sufrido para que el ritmo no traspasara esa libertad y cayera en libertinaje! ¡Dios sabe hasta qué bordes espeluznantes me he asomado, colmado de miedo, temeroso de que todo se vaya a morir a fondo para que mi pobre ánima viva!"4
Fue calificado como “disparate”. Críticos como Luis Alberto Sánchez se preguntaron extrañados por qué Vallejo había escrito un poemario de esas características. Trilce significó la creación de un lenguaje muy personal, lo que ya en sí implicaba una hazaña descomunal. Fue una ruptura con la tendencia del pasado literario y con respecto a las normas expresivas tradicionales. El libro refleja la poética personal de Vallejo, tal como él mismo lo explica: “La gramática, como norma colectiva en poesía, carece de razón de ser. Cada poeta forja su gramática personal e intransferible, su sintaxis, su ortografía, su analogía, su prosodia, su semántica. Le basta no salir de los fueros básicos del idioma. El poeta puede hasta cambiar, en cierto modo, la estructura literal y fonética de una misma palabra según los casos.” (El arte y la revolución).
Trilce es un libro revolucionario porque pulverizó las normas estéticas y retóricas:
Usa vulgarismos, cultismos, regionalismos, tecnicismos, neologismos, arcaísmos.
Transita por todos los niveles del lenguaje.
Tiene altos grados de agramaticalidad.
Violenta la representación gráfica de las palabras.
Usa paradojas, prosopopeyas, animismo, hipérboles numéricas, sinestesias, onomatopeyas, pleonasmos y antítesis.
Etapa revolucionaria
Artículo principal: Poemas humanos
Artículo principal: España, aparta de mí este cáliz
Los poemarios de esta etapa son de publicación póstuma, labor que realizó la viuda del poeta, englobando los textos bajo el título común de Poemas humanos (París, julio de 1939). Aunque hay que señalar que el poemario España, aparta de mí este cáliz, ya había sido ordenado por el mismo Vallejo en forma de libro individual y fue publicado meses antes, en enero de 1939, en España.
El título de Poemas humanos fue impuesto a sugerencia de Georgette Vallejo, quien afirmó haber leído en una libreta de apuntes de Vallejo que éste tenía planificado un libro de "poemas humanos", aunque sin mayor especificación. La ambigüedad de esta afirmación ha llevado a diversos críticos y editores a considerar arbitraria dicha imposición. Posteriormente, Georgette Vallejo dividió los llamados Poemas humanos en dos bloques titulados "Poemas en prosa" (19 poemas) y "Poemas humanos" propiamente dichos (76 poemas). Así aparecieron en la Obra poética completa, Francisco Moncloa Editores S.A., 1968. Según Georgette, los Poemas en prosa fueron escritos entre 1923 y 1929, y los Poemas humanos entre 1931 y 1937. Otros editores no han estado de acuerdo con esta división y han preferido mantener en un solo cuerpo todos los poemas póstumos de Vallejo, a excepción de España, aparta de mí este cáliz.
Aunque estos poemas tratan algunos temas recurrentes del autor, muestran claras diferencias respecto a su obra poética anterior. Lo primero que se nota, en el plano formal, es su retorno a los ritmos conocidos, al menos en buena parte de los poemas, así como el abandono de la experimentación del lenguaje, que había sido la nota predominante en Trilce. En esta nueva fase de su poética su lenguaje es pues más accesible para el lector común. El poeta buscaba precisamente acercarse más al pueblo.
Se considera que uno de los factores que más influyó en este cambio de rumbo de su poesía fue su adhesión al marxismo, pensamiento que coincidía con algunas de las preocupaciones que lo habían acompañado a lo largo de su vida.
Si bien la nota reiterativa en estos poemas sigue siendo la insatisfacción del poeta ante la vida y el pertinaz dolor de vivir; sin embargo, esta vez trae consigo una nota de esperanza. Ella radicaría en su fe en la unidad de todos los hombres. En Poemas humanos el poeta se abandona con seriedad o patetismo exacerbado al dolor humano y nos obliga a pensar en las angustias y esperanzas de todos aquellos que con el estomago vacío no tienen ni siquiera una piedra en que sentarse. La obra está llena de paralelismos y oposiciones. Usa el lenguaje de la conversación cotidiana, por eso parece que el yo poético conversa con un amigo o un obrero. Hay fuertes exclamaciones en la estructura lingüística, quiere dramatizar su poesía. Presenta un humanismo esencial, literatura social y revolucionaria.
España, aparta de mí este cáliz, escrito en 1937 y publicados, como ya dijimos, en 1939, compendia los versos más intensos y hondos que escritor alguno haya llevado a cabo sobre la Guerra Civil Española. La visión de España combatiente había conmovido a Vallejo, por lo que su poética estuvo al servicio de la causa. Consta de 15 poesías y se considera el testamento poético de Vallejo.
En el poema que da nombre al poemario, se manifiesta una prueba premonitoria de su amor por España y su miedo por la derrota de la que consideraba la causa justa.
Narrativa
En la narrativa de Vallejo también se aprecia su progresión ideológica.
Escalas melografiadas (Lima, 1923) es un libro que agrupa doce relatos, divididos en dos secciones: seis estampas lírico-narrativas (Cuneiformes) y seis relatos o cuentos psicopatológicos (Coro de vientos). Algunos de ellos son de un sorprendente vanguardismo, poco cultivado entonces.
Fabla salvaje (Lima, 1923) es una novela corta de carácter psicológico que aborda la locura de un campesino de los Andes. Cercano al género fantástico.
Hacia el reino de los Sciris (terminado en 1928, se publicó póstumamente) es una nouvelle histórica de tema incaico, todavía ligado al modernismo.
Hacia 1930, influenciado por el marxismo, empezó a escribir relatos más imbuidos de la problemática social y circunscritos en el llamado "realismo socialista".
El Tungsteno (Madrid, 1931) es una novela desigual sobre un conflicto en una mina de los Andes. Es una novela "proletaria" que ataca no solamente a los "gringos", sino también a los "arribistas" que imitan a los extranjeros y explotan a los pobres, los indios, y los "conscriptos" del ejército. Publicada en España, fue muy popular en la década de 1930, la de la depresión económica mundial.
"Paco Yunque" (escrito en 1931), un tierno cuento infantil de denuncia social que fue rechazado por muchos editores. Finalmente fue publicado en 1951. Ahora en el Perú, "Paco Yunque" es lectura obligatoria durante la enseñanza primaria.
Se debe mencionar también otros cuentos y relatos escritos entre 1935 y 1936, pero que dejó inconclusos:
"El niño del carrizo"
"Viaje alrededor del porvenir"
"Los dos soras"
"El vencedor"
Su obra narrativa completa fue publicada en 1967, bajo el título de César Vallejo. Novelas y cuentos completos (Lima, Francisco Moncloa Editores, edición supervisada por Georgette Vallejo).
Teatro
De Vallejo se conservan cuatro piezas teatrales, ninguna de las cuales fue estrenada o publicada durante su vida, aunque también se conservan los fragmentos de un drama suyo, Mampar, pero en su versión en francés y bajo el título de Les taupes (escrita entre 1929 y 1930), del que también se hacen referencias en una carta crítica del productor Louis Jouvet. Dicho drama trata del conflicto de un esposo con su suegra y se supone que el autor destruyó el original.
Las cuatro piezas teatrales que se conservan íntegramente y que fueron publicadas póstumamente (Teatro completo, Lima, Fondo Editorial PUCP, 1979, editado y prologado por Enrique Ballón Aguirre) son las siguientes:
Lock-out (1930), drama escrito en francés; el propio Vallejo hizo una traducción al castellano que no se conserva. Trata de un conflicto obrero en una fábrica metalúrgica.
Entre las dos orillas corre el río (años 1930), drama que fue el producto de un largo y difícil proceso. Entre los títulos de versiones anteriores se encuentran Varona Polianova, Moscú contra Moscú, El juego del amor, del odio y de la muerte y varias permutaciones de este último.
Colacho Hermanos o presidentes de América (1934). Una sátira que expone la democracia peruana como farsa burguesa bajo presiones diplomáticas y de empresas transnacionales.
La piedra cansada (1937), drama de tono poético ambientada en la época incaica e influida por las tragedias griegas.
Ensayo
Vallejo publicó un libro de crónicas titulado Rusia en 1931. Reflexiones al pie del Kremlin (Madrid, 1931) y preparó para las prensas otro similar titulado Rusia ante el segundo plan quinquenal (terminado en 1932 pero que fue publicado tiempo después, en 1965).
Además, organizó dos libros de prosa ensayística y de reflexión: Contra el secreto profesional (escrito, según Georgette, entre 1923 y 1929), y El arte y la revolución (escrito entre 1929 y 1931), que reúnen diversos artículos, algunos de los cuales fueron publicados en revistas y periódicos en vida del autor. Ninguna editorial en España quiso publicar estos libros por su carácter marxista y revolucionario. Serían publicados en 1973 (Lima, Editorial Mosca Azul).
LIC:RENE DAVILA"
LOS HERALDOS NEGROS
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos,
como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza,
como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco, Perú, 16 de marzo de 1892 - París, 15 de abril de 1938), poeta y escritor1 peruano considerado entre los más grandes innovadores de la poesía del siglo XX. Fue, en opinión del crítico Thomas Merton, "el más grande poeta universal después de Dante", palabras que no añaden nada al enorme legado del poeta del "dolor humano", quien revolucionó la forma y el fondo de sentir y escribir poéticamente. En Trujillo se asoció con la llamada “bohemia trujillana”, círculo de intelectuales que más tarde sería conocido como el Grupo Norte. Este núcleo estuvo conformado por Antenor Orrego, José Eulogio Garrido, Alcides Spelucín, Víctor Raúl Haya de la Torre, Juan Espejo Asturrizaga, entre otros. En la capital Vallejo se vinculó con escritores e intelectuales como Abraham Valdelomar y su grupo Colónida, José Carlos Mariátegui, Luis Alberto Sánchez, Manuel González Prada, José María Eguren y Juan Parra del Riego. Fue en Lima donde publicó sus dos primeros poemarios: Los heraldos negros (1918), que reúne poesías que si bien en el aspecto formal son todavía de filiación modernista, constituyen a la vez el comienzo de la búsqueda de una diferenciación expresiva; y Trilce (1922), obra que significa ya la creación de un lenguaje poético muy personal, coincidiendo con la irrupción del vanguardismo a nivel mundial. En 1923 dio a la prensa su primera obra narrativa: Escalas melografiadas, colección de estampas y relatos, algunos ya vanguardistas. Ese mismo año partió hacia Europa, para no volver más a su patria. Hasta su muerte residió mayormente en París, con algunas breves estancias en Madrid y en otras ciudades europeas en las que estuvo de paso. Vivió del periodismo2 complementado con trabajos de traducción y docencia. En esta última etapa de su vida no publicó libros de poesía, aunque escribió una serie de poemas que serían publicados póstumamente. Publicó en cambio, libros en prosa: la novela proletaria o indigenista El tungsteno (Madrid, 1931) y el libro de crónicas Rusia en 1931 (Madrid, 1931). Por entonces escribió también su más famoso cuento, "Paco Yunque", que fue publicado años después de su muerte. Sus poemas póstumos fueron agrupados en dos poemarios: Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz, publicados en 1939 gracias al empeño de su viuda, Georgette Vallejo. La poesía reunida en estos últimos poemarios es de corte social, con esporádicos temas de posición ideológica y profundamente humanos. Para muchos críticos, los “poemas humanos” constituyen lo mejor de su producción poética, que lo han hecho merecedor del calificativo de “poeta universal”.
César Abraham Vallejo Mendoza nació en Santiago de Chuco, pueblo en una zona alta de la región de La Libertad, en el Perú. Sus padres fueron Francisco de Paula Vallejo Benítez y María de los Santos Mendoza Gurrionero. César fue el menor de once hermanos. Su apariencia mestiza se debió a que sus abuelas fueron indias y sus abuelos sacerdotes gallegos. Era un “hombre muy moreno, con nariz de boxeador y gomina en el pelo”, según recordó César González Ruano, en una entrevista publicada en El Heraldo de Madrid, el 27 de enero de 1931.
Sus padres querían dedicarlo al sacerdocio, lo que él en su primera infancia aceptó de muy buena gana; de ahí que existan tantas referencias bíblicas y litúrgicas en sus primeros versos. Sus estudios primarios los realiza en el Centro Escolar No. 271 del mismo Santiago de Chuco, pero desde abril de 1905 hasta 1909 estudia la secundaria en el Colegio Nacional San Nicolás de Huamachuco.
En 1910 se matricula en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de Trujillo, pero debido a la carencia económica retorna a su pueblo, con el propósito de trabajar y ahorrar para continuar luego sus estudios. Apoya a su padre en sus tareas administrativas de gobernador y toma contacto con la realidad de los trabajadores de las minas de Quiruvilca, cerca de Santiago de Chuco, lo que recordará más adelante en su novela El tungsteno.
En 1911 viaja a Lima para matricularse en la Facultad de Medicina de San Fernando, pero nuevamente abandona el claustro universitario por razones económicas o tal vez por desilusionarse de dicha carrera. Consigue un empleo de preceptor de los hijos de un rico hacendado de Acobamba (Departamento de Junín, sierra central peruana), trabajo en el que permanece durante siete meses. Luego regresa a Trujillo, y en 1912 consigue un modesto empleo como ayudante de cajero en la hacienda azucarera “Roma”, en el valle de Chicama, donde fue testigo de la cruel explotación de los peones indios.
En 1913 regresa a Trujillo con el propósito de retomar sus estudios universitarios en Letras. A fin de costearse sus estudios, trabaja como maestro en el Centro Escolar de Varones Nº 241, y luego como profesor del primer año de primaria en el Colegio Nacional de San Juan, donde tuvo como pequeño alumno a Ciro Alegría, que más tarde se convertiría en un gran novelista.3 El 22 de septiembre de 1915 se gradúa de bachiller en Letras con su tesis El romanticismo en la poesía castellana.
En 1916 frecuenta con la juventud intelectual de la época agrupada en la "bohemia trujillana", conocida luego como el Grupo Norte, donde figuran Antenor Orrego, Alcides Spelucín, José Eulogio Garrido, Juan Espejo Asturrizaga, Macedonio de la Torre y Víctor Raúl Haya de la Torre. Publica sus primeros poemas en los diarios y revistas locales (algunas de las cuales son recogidas por publicaciones de Lima) y se enamora de María Rosa Sandoval, joven atractiva e inteligente, que fue la musa inspiradora de algunos de sus poemas de Los heraldos negros
En 1917 conoce a “Mirtho” (Zoila Rosa Cuadra), una muchacha de quince años con quien sostiene un apasionado y corto romance. Al parecer, Vallejo intenta suicidarse a causa del desengaño. Sea como fuese, es convencido por sus amigos para viajar a Lima a fin de proseguir sus estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y conseguir su doctorado en Letras y Derecho. Se embarca en el vapor Ucayali, y llega a Lima el 30 de diciembre de 1917. Conoce a lo más selecto de la intelectualidad limeña. Se encuentra con Clemente Palma, que había sido un furibundo detractor de su obra poética (había calificado de mamarracho su poema "El poeta a su amada"), pero quien esta vez le da muestras de respeto. Llega a entrevistarse con José María Eguren y con Manuel González Prada, a quien los más jóvenes consideraban entonces un maestro y guía. También conoce a Abraham Valdelomar y a José Carlos Mariátegui, con quienes hace profunda amistad. Asimismo, publica algunos de sus poemas en la Revista Suramérica del periodista Carlos Pérez Cánepa.
En 1918 entra a trabajar al colegio Barrós de Lima. Cuando en septiembre de ese año muere el director y fundador de dicho colegio, Vallejo consigue la plaza de director del plantel. Se enreda en otra tormentosa relación amorosa, esta vez con Otilia Villanueva, una muchacha de 15 años, cuñada de uno de sus colegas. Debido a ello pierde su puesto de docente. Otilia será la inspiradora de varios de sus poemas de "Trilce".
En 1919 consigue empleo como inspector disciplinario y profesor de Gramática Castellana en el Colegio Guadalupe. Ese mismo año ve la luz su primer poemario Los heraldos negros, que muestran aún las huellas del modernismo en su estructura, aunque ya se vislumbran algunas características muy peculiares en el lenguaje poético. El poeta toca la angustia existencial, la culpa personal y el dolor, como, por ejemplo, en los conocidos versos "Hay golpes en la vida tan fuertes... ¡Yo no sé!" o "Yo nací un día / que Dios estuvo enfermo". Circularon relativamente pocos ejemplares, pero el libro fue en general bien recibido por la crítica.
Su madre había fallecido en 1918. La nostalgia familiar lo empuja, en mayo de 1920, a retornar a Santiago de Chuco. El 1º de agosto ocurre el incendio y saqueo de una casa del pueblo, perteneciente a la familia Santa María Calderón, arrieros negociantes de mercaderías y alcohol desde la costa, suceso del que se le acusa injustamente como participante y azuzador, por el Juez Quevedo Iturri. Se esconde pero es descubierto, apresado y arrojado en un calabozo de Trujillo donde permanecerá durante 112 días (del 6 de noviembre de 1920 al 26 de febrero de 1921).
Tras salir en libertad condicional, se dirige nuevamente a Lima, donde su cuento "Más allá de la vida y de la muerte" fue premiado en un concurso literario. El monto del premio lo destina a financiar otras publicaciones literarias. En octubre de 1922 sale a la luz su segundo poemario: Trilce, prologado por su amigo Antenor Orrego. Es recibido tibiamente por la crítica, que no alcanzaba aún a comprender la literatura de vanguardia, salvo por el propio Orrego, quien dijo de Vallejo: "a partir de este sembrador se inicia una nueva época de la libertad, de la autonomía poética, de la vernácula articulación verbal".
Trilce anticipó gran parte del vanguardismo que se desarrollaría en los años 1920 y '30. En este libro Vallejo lleva la lengua española a límites insospechados: inventa palabras, fuerza la sintaxis, emplea la escritura automática y otras técnicas utilizadas por los movimientos "dadá" y "surrealista". Se adelantó a la renovación del lenguaje literario que después ensayaría Vicente Huidobro en su poemario Altazor (1931) y James Joyce en su relato onírico Finnegans Wake (1939).
En marzo de 1923, Vallejo publica una corta edición de Escalas o Escalas melografiadas, colección de relatos y cuentos, algunos ya vanguardistas. Otra narración suya, titulada Fabla salvaje, fue publicada el 16 de mayo de 1923 en la serie “La novela peruana” dirigida por Pedro Barrantes Castro.
Es admitido nuevamente como profesor en el Colegio Guadalupe, puesto en el cual no durará mucho, tras ser declarado cesante. Hastiado de la mediocridad local, tenía ya sus miras puestas en el Viejo Mundo. Con el dinero que le adeudaba el Ministerio de Educación, se embarca rumbo a Europa, de donde no regresará más. Viaja en el vapor Oroya el 17 de junio de 1923, con una moneda de quinientos soles. Arriba a París el 13 de julio. Sus ingresos —siempre insuficientes— provenían del periodismo, si bien fungió también de traductor. Escribía para el diario El Norte de Trujillo, y las revistas L'Amérique Latine de París, España de Madrid y Alfar de La Coruña.
Sus dos primeros años en París fueron de mucha estrechez económica, al punto que muchas veces tuvo que dormir a la intemperie. Inicia su amistad con el escritor español Juan Larrea y con Vicente Huidobro; traba contacto con importantes intelectuales como Pablo Neruda y Tristan Tzara.
A principios de 1924 recibe la noticia de la muerte de su padre. En octubre es hospitalizado en un hospital de caridad pública, a consecuencia de una hemorragia intestinal. Fue operado y pudo restablecerse.
En 1925 empieza a trabajar como secretario de la recién fundada Les Grands Journaux IberoAméricains o Los Grandes Periódicos Iberoamericanos, una vasta organización publicitaria. También empieza a colaborar para la revista limeña Mundial. Ese año el gobierno español le concede una modesta beca para que pudiera continuar sus estudios universitarios de Derecho en España. En los dos años siguientes visitará periódica y brevemente Madrid a fin de cobrar a plazo fijo el monto de la beca, aunque sin estudiar; en octubre de 1927 renunciará a dicha beca. Nunca se doctoró en Letras ni en Derecho.
En 1926 renuncia a su trabajo en Los Grandes Periódicos Iberoamericanos y conoce a su primera compañera francesa, Henriette Maisse, con quien convivirá hasta octubre de 1928. Con Juan Larrea funda la revista Favorables París Poema, y con Pablo Abril de Vivero el semanario La semana parisién. Ambas publicaciones tuvieron vida efímera. Empieza a enviar colaboraciones para la revista limeña Variedades.
En 1927 conoce en París a Georgette Marie Philippart Travers, una joven de 18 años que vivía con su madre en un departamento situado al frente del hotel donde se hospedaba. Profundiza sus estudios sobre el marxismo. Aparece una narración suya en Amauta, la revista que fundara en Lima su amigo José Carlos Mariátegui y la que también reproduce varias de sus crónicas periodísticas.
En abril de 1928 nuevamente enferma de gravedad, pero se recupera a los pocos meses. Todavía le acompañaba Henriette. Empieza a interesarse con más ahínco por las cuestiones político-sociales. Ese mismo año realiza su primer viaje a Rusia. Retorna a París y funda la célula parisina del Partido Socialista que fundara a su vez su amigo José Carlos Mariátegui en el Perú (después denominado Partido Comunista Peruano).
En 1929 empieza a convivir con Georgette (quien acababa de heredar el departamento y bienes de su fallecida madre) y junto con ella realiza un segundo viaje a Rusia. Se detiene en Colonia, Varsovia, Praga, Viena, Budapest, Moscú, Leningrado y varias ciudades italianas, antes de retornar a París. Empieza a colaborar para el diario El Comercio, como corresponsal oficial, y continua colaborando con las revistas Variedades y Mundial, labor periodística que será forzosamente suspendida en 1930 a raíz de la crisis mundial, cuando dichas revistas desaparezcan, al igual que el suplemento dominical del diario El Comercio donde se publicaban sus artículos.
En esta primera parte de su estancia parisina, que va de 1923 a 1929, se sitúa la composición de algunos cuantos poemas (después llamados Poemas en prosa), un libro o recopilación de ensayos: Contra el secreto profesional y un proyecto de novela incaica: Hacia el reino de los Sciris, todos los cuales serían publicados póstumamente, a excepción de algunos ensayos y relatos sueltos. La razón de esta parquedad de creaciones literarias se debía a que se hallaba más absorbido en producir artículos y crónicas para diarios y revistas pane lucrando.
En 1930 viaja a Madrid a raíz de la publicación de su poemario Trilce, que señaló el descubrimiento de su poesía en España, donde fue sometida a la crítica. Retorna a París pero al poco tiempo es expulsado, acusado de hacer propaganda comunista. Junto con Georgette vuelve a Madrid. Allí es testigo de la caída de la monarquía borbónica y la proclamación de la Segunda República Española (1931); se relaciona también con grandes literatos españoles como Miguel de Unamuno, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Gerardo Diego y José Bergamín. Publica también su novela proletaria El tungsteno, y su libro de crónicas y ensayos Rusia en 1931, obra ésta que se convirtió en un best seller, al tener tres ediciones en solo cuatro meses. Le niegan, en cambio, la publicación de su cuento "Paco Yunque", por ser un relato “muy triste”.
En octubre de 1931 realiza un tercer y último viaje a Rusia para participar en el Congreso Internacional de Escritores Solidarios con el Régimen Soviético. Retorna a Madrid y continua con pasión su tarea literaria, pero los editores españoles se niegan a publicar sus obras de teatro Lock-out y Moscú contra Moscú (conocida después como Entre las dos orillas corre el río), así como su libro de crónicas: Rusia ante el segundo plan quinquenal (continuación de Rusia en 1931), y su recopilación de ensayos: El arte y la revolución. La razón principal: por ser obras de carácter marcadamente marxista y revolucionario. Por esta época empieza también a escribir (hasta 1937) una serie de poemas que póstumamente serían recopilados y publicados con el título de Poemas humanos.
En 1932 decide regresar a París, al ser levantada la anterior restricción de ingreso. Ese año Georgette es hospitalizada por un mal causado por los continuos abortos provocados (según testimonio de Juan Larrea, amigo y biógrafo de Vallejo); pero se recupera. En 1933 Vallejo escribe un extenso artículo, publicado por entregas en el "Germinal" de París, titulado “¿Qué pasa en el Perú?”, sobre la realidad peruana. Por ese tiempo deambula por pensiones y hoteles parisinos en medio de una gran angustia económica.
César Vallejo en Niza, en 1929.
En 1934 se casa por lo civil con Georgette. Por entonces termina de escribir otra de sus obras teatrales: Colacho Hermanos o presidentes de América, sátira contra los gobiernos latinoamericanos sumisos al imperialismo yanqui, pero que ningún editor se animó a publicar. También le rechazan otro libro de ensayos que quiso dar a la prensa: Contra el secreto profesional. Entre 1935 y 1936 escribe diversos cuentos, titulados: "El niño del carrizo", "Viaje alrededor del porvenir", "Los dos soras" y "El vencedor", bocetos narrativos que serían publicados años después de su muerte.
En 1936, al estallar la Guerra Civil Española, colabora con mucho fervor en la fundación del “Comité Iberoamericano para la Defensa de la República Española” y de su vocero, el boletín Nueva España. Le acompaña en esa labor Pablo Neruda. En diciembre de dicho año viaja por unos días a España, pasando por Barcelona y Madrid, preocupado por el desarrollo de los acontecimientos. En julio de 1937 vuelve por última vez a España para asistir al “Congreso Internacional de Escritores Antifascistas”. Visita Barcelona, Valencia, Jaén y el frente en Madrid. De vuelta a París, es elegido secretario de la sección peruana de la "Asociación Internacional de Escritores". Entre septiembre y noviembre de 1937 escribe sus últimas composiciones líricas de Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz; así como el drama de tema incaico La piedra cansada.
A inicios de 1938 se encuentra trabajando en París como profesor de Lengua y Literatura, pero en marzo sufre de agotamiento físico. El día 24 de marzo es internado por una enfermedad desconocida (después se supo que fue la reactivación de un antiguo paludismo que sufrió de niño) y entra en crisis el 7 y el 8 de abril. Fallece el 15 de abril del '38, un viernes santo con llovizna en París, pero no un jueves, como se cree que vaticinó en un poema suyo ("Piedra negra sobre una piedra blanca"). Se le realiza un embalsamamiento. Su elogio fúnebre estuvo a cargo del poeta francés Louis Aragon. El 19 de abril sus restos son trasladados a la Mansión de la Cultura y más tarde al cementerio de Montrouge. El 3 de abril de 1970, Georgette Vallejo, cumple uno de los sueños más caros del poeta y traslada sus restos al cementerio de Montparnasse, escribiendo en su epitafio:
He nevado tanto para que duermas
Obra
Vallejo abarcó prácticamente todos los géneros literarios: poesía, narrativa (novelas y cuentos), teatro y ensayo. Se debe también mencionar su copiosa labor periodística (crónicas y artículos).
Poesía
Portada de la edición príncipe de Los heraldos negros.
Es comúnmente aceptado que la lírica es en donde Vallejo alcanza su verdadera expresión y sus más altas cotas. Consta de tres etapas:
Etapa modernista.
Etapa vanguardista.
Etapa revolucionaria.
Etapa modernista
Artículo principal: Los heraldos negros
Comprende el libro de poemas Los heraldos negros (Lima, 1919). Constituye el comienzo de la búsqueda del poeta por una diferenciación expresiva, la cual se irá consolidando a lo largo de toda su obra. Para Vallejo era necesario fundar un lenguaje poético diferente a lo tradicional.
Según Mariátegui “en estos versos principia la poesía peruana, en el sentido indigenista”. Efectivamente, el poeta nos habla de lo nativo. Allí están las profundas vivencias de los sucesos cotidianos, la vida familiar y aldeana, el paisaje tierno y eglógico, pero expresados todavía con el gusto modernista y las formas métricas y estróficas de la poesía clásica.
También encontramos temas más elevados como la protesta contra el destino del hombre, la muerte, el dolor, la conciencia de orfandad, el absurdo, todos ellos tratados por el poeta con un acento muy personal.
En efecto, el poeta despliega en el poemario características que lo convierten en un libro único: la exhibición impúdica de sentimientos, la muestra descarnada del sufrimiento, la radical desnudez de la palabra.
El primer poema de la serie da título al libro y se refiere a los momentos en que la muerte, o el simple paso del tiempo, nos dan una señal angustiosa, cual sacudida. "...son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema." Esta imagen, en realidad tan fundada como innovadora, fue objeto de burla de Miguel de Unamuno, ya que el anquilosamiento retórico en que se hallaba la poesía y la literatura española por aquellos tiempos, aún no podía permitir entender que se pudiera extraer lo profundo de lo cotidiano, incluso de lo doméstico.
Etapa vanguardista Trilce
Cubierta de la primera edición de Trilce, con el retrato del poeta.
Comprende el poemario Trilce (Lima, 1922), uno de los mayores libros de poesía de la vanguardia posbélica a nivel mundial. El poemario nace en un contexto muy especial para el poeta. Su perplejidad ante el mundo se había acrecentado: la muerte de su madre, sus fracasos amorosos, la experiencia de no ser aceptado totalmente en Lima y su estadía en una lóbrega cárcel de Trujillo, son los principales acontecimientos que marcaron el profundo sentimiento de exclusión del poeta. Estas experiencias forjaron en él ese sentimiento de ser humano preso de la existencia o de la sociedad y fueron el origen del desgarramiento del poeta, del dolor infinito que encierra cada poema, y de su densidad y hermetismo.
El nombre del poemario es un neologismo inventado por Vallejo, cuyo significado hasta ahora es incierto. De acuerdo a la versión más extendida, derivaría de “tres”, pues el cambio del nombre del libro (originalmente Vallejo le puso el título de “Cráneos de bronce”) fue cotizado por el impresor en tres libras (treinta soles oro).
Al momento de aparecer cayó en el mayor vacío, pues la gente todavía estaba acostumbrada a los versos románticos y modernistas. El mismo Vallejo lo explica en carta dirigida a Antenor Orrego, y defiende a la vez su posición:
"El libro ha nacido en el mayor vacío. Soy responsable de el. Asumo toda la responsabilidad de su estética. Hoy más que nunca quizá, siento gravitar sobre mí, una hasta ahora desconocida obligación sacratísima, de hombre y de artista. ¡La de ser Libre! Si no he de ser libre hoy, no lo seré jamás. Siento que gana el arco de mi frente su más imperativa fuerza de heroicidad. Me doy en la forma mas libre que puedo y ésta es mi mejor cosecha artística”. (...) ¡Dios sabe cuánto he sufrido para que el ritmo no traspasara esa libertad y cayera en libertinaje! ¡Dios sabe hasta qué bordes espeluznantes me he asomado, colmado de miedo, temeroso de que todo se vaya a morir a fondo para que mi pobre ánima viva!"4
Fue calificado como “disparate”. Críticos como Luis Alberto Sánchez se preguntaron extrañados por qué Vallejo había escrito un poemario de esas características. Trilce significó la creación de un lenguaje muy personal, lo que ya en sí implicaba una hazaña descomunal. Fue una ruptura con la tendencia del pasado literario y con respecto a las normas expresivas tradicionales. El libro refleja la poética personal de Vallejo, tal como él mismo lo explica: “La gramática, como norma colectiva en poesía, carece de razón de ser. Cada poeta forja su gramática personal e intransferible, su sintaxis, su ortografía, su analogía, su prosodia, su semántica. Le basta no salir de los fueros básicos del idioma. El poeta puede hasta cambiar, en cierto modo, la estructura literal y fonética de una misma palabra según los casos.” (El arte y la revolución).
Trilce es un libro revolucionario porque pulverizó las normas estéticas y retóricas:
Usa vulgarismos, cultismos, regionalismos, tecnicismos, neologismos, arcaísmos.
Transita por todos los niveles del lenguaje.
Tiene altos grados de agramaticalidad.
Violenta la representación gráfica de las palabras.
Usa paradojas, prosopopeyas, animismo, hipérboles numéricas, sinestesias, onomatopeyas, pleonasmos y antítesis.
Etapa revolucionaria
Artículo principal: Poemas humanos
Artículo principal: España, aparta de mí este cáliz
Los poemarios de esta etapa son de publicación póstuma, labor que realizó la viuda del poeta, englobando los textos bajo el título común de Poemas humanos (París, julio de 1939). Aunque hay que señalar que el poemario España, aparta de mí este cáliz, ya había sido ordenado por el mismo Vallejo en forma de libro individual y fue publicado meses antes, en enero de 1939, en España.
El título de Poemas humanos fue impuesto a sugerencia de Georgette Vallejo, quien afirmó haber leído en una libreta de apuntes de Vallejo que éste tenía planificado un libro de "poemas humanos", aunque sin mayor especificación. La ambigüedad de esta afirmación ha llevado a diversos críticos y editores a considerar arbitraria dicha imposición. Posteriormente, Georgette Vallejo dividió los llamados Poemas humanos en dos bloques titulados "Poemas en prosa" (19 poemas) y "Poemas humanos" propiamente dichos (76 poemas). Así aparecieron en la Obra poética completa, Francisco Moncloa Editores S.A., 1968. Según Georgette, los Poemas en prosa fueron escritos entre 1923 y 1929, y los Poemas humanos entre 1931 y 1937. Otros editores no han estado de acuerdo con esta división y han preferido mantener en un solo cuerpo todos los poemas póstumos de Vallejo, a excepción de España, aparta de mí este cáliz.
Aunque estos poemas tratan algunos temas recurrentes del autor, muestran claras diferencias respecto a su obra poética anterior. Lo primero que se nota, en el plano formal, es su retorno a los ritmos conocidos, al menos en buena parte de los poemas, así como el abandono de la experimentación del lenguaje, que había sido la nota predominante en Trilce. En esta nueva fase de su poética su lenguaje es pues más accesible para el lector común. El poeta buscaba precisamente acercarse más al pueblo.
Se considera que uno de los factores que más influyó en este cambio de rumbo de su poesía fue su adhesión al marxismo, pensamiento que coincidía con algunas de las preocupaciones que lo habían acompañado a lo largo de su vida.
Si bien la nota reiterativa en estos poemas sigue siendo la insatisfacción del poeta ante la vida y el pertinaz dolor de vivir; sin embargo, esta vez trae consigo una nota de esperanza. Ella radicaría en su fe en la unidad de todos los hombres. En Poemas humanos el poeta se abandona con seriedad o patetismo exacerbado al dolor humano y nos obliga a pensar en las angustias y esperanzas de todos aquellos que con el estomago vacío no tienen ni siquiera una piedra en que sentarse. La obra está llena de paralelismos y oposiciones. Usa el lenguaje de la conversación cotidiana, por eso parece que el yo poético conversa con un amigo o un obrero. Hay fuertes exclamaciones en la estructura lingüística, quiere dramatizar su poesía. Presenta un humanismo esencial, literatura social y revolucionaria.
España, aparta de mí este cáliz, escrito en 1937 y publicados, como ya dijimos, en 1939, compendia los versos más intensos y hondos que escritor alguno haya llevado a cabo sobre la Guerra Civil Española. La visión de España combatiente había conmovido a Vallejo, por lo que su poética estuvo al servicio de la causa. Consta de 15 poesías y se considera el testamento poético de Vallejo.
En el poema que da nombre al poemario, se manifiesta una prueba premonitoria de su amor por España y su miedo por la derrota de la que consideraba la causa justa.
Narrativa
En la narrativa de Vallejo también se aprecia su progresión ideológica.
Escalas melografiadas (Lima, 1923) es un libro que agrupa doce relatos, divididos en dos secciones: seis estampas lírico-narrativas (Cuneiformes) y seis relatos o cuentos psicopatológicos (Coro de vientos). Algunos de ellos son de un sorprendente vanguardismo, poco cultivado entonces.
Fabla salvaje (Lima, 1923) es una novela corta de carácter psicológico que aborda la locura de un campesino de los Andes. Cercano al género fantástico.
Hacia el reino de los Sciris (terminado en 1928, se publicó póstumamente) es una nouvelle histórica de tema incaico, todavía ligado al modernismo.
Hacia 1930, influenciado por el marxismo, empezó a escribir relatos más imbuidos de la problemática social y circunscritos en el llamado "realismo socialista".
El Tungsteno (Madrid, 1931) es una novela desigual sobre un conflicto en una mina de los Andes. Es una novela "proletaria" que ataca no solamente a los "gringos", sino también a los "arribistas" que imitan a los extranjeros y explotan a los pobres, los indios, y los "conscriptos" del ejército. Publicada en España, fue muy popular en la década de 1930, la de la depresión económica mundial.
"Paco Yunque" (escrito en 1931), un tierno cuento infantil de denuncia social que fue rechazado por muchos editores. Finalmente fue publicado en 1951. Ahora en el Perú, "Paco Yunque" es lectura obligatoria durante la enseñanza primaria.
Se debe mencionar también otros cuentos y relatos escritos entre 1935 y 1936, pero que dejó inconclusos:
"El niño del carrizo"
"Viaje alrededor del porvenir"
"Los dos soras"
"El vencedor"
Su obra narrativa completa fue publicada en 1967, bajo el título de César Vallejo. Novelas y cuentos completos (Lima, Francisco Moncloa Editores, edición supervisada por Georgette Vallejo).
Teatro
De Vallejo se conservan cuatro piezas teatrales, ninguna de las cuales fue estrenada o publicada durante su vida, aunque también se conservan los fragmentos de un drama suyo, Mampar, pero en su versión en francés y bajo el título de Les taupes (escrita entre 1929 y 1930), del que también se hacen referencias en una carta crítica del productor Louis Jouvet. Dicho drama trata del conflicto de un esposo con su suegra y se supone que el autor destruyó el original.
Las cuatro piezas teatrales que se conservan íntegramente y que fueron publicadas póstumamente (Teatro completo, Lima, Fondo Editorial PUCP, 1979, editado y prologado por Enrique Ballón Aguirre) son las siguientes:
Lock-out (1930), drama escrito en francés; el propio Vallejo hizo una traducción al castellano que no se conserva. Trata de un conflicto obrero en una fábrica metalúrgica.
Entre las dos orillas corre el río (años 1930), drama que fue el producto de un largo y difícil proceso. Entre los títulos de versiones anteriores se encuentran Varona Polianova, Moscú contra Moscú, El juego del amor, del odio y de la muerte y varias permutaciones de este último.
Colacho Hermanos o presidentes de América (1934). Una sátira que expone la democracia peruana como farsa burguesa bajo presiones diplomáticas y de empresas transnacionales.
La piedra cansada (1937), drama de tono poético ambientada en la época incaica e influida por las tragedias griegas.
Ensayo
Vallejo publicó un libro de crónicas titulado Rusia en 1931. Reflexiones al pie del Kremlin (Madrid, 1931) y preparó para las prensas otro similar titulado Rusia ante el segundo plan quinquenal (terminado en 1932 pero que fue publicado tiempo después, en 1965).
Además, organizó dos libros de prosa ensayística y de reflexión: Contra el secreto profesional (escrito, según Georgette, entre 1923 y 1929), y El arte y la revolución (escrito entre 1929 y 1931), que reúnen diversos artículos, algunos de los cuales fueron publicados en revistas y periódicos en vida del autor. Ninguna editorial en España quiso publicar estos libros por su carácter marxista y revolucionario. Serían publicados en 1973 (Lima, Editorial Mosca Azul).
LIC:RENE DAVILA"
viernes, 4 de marzo de 2011
POETISA MARIANA SANSÓN CON DIOS EN LA POESÍA.
POETISA MARIANA SANSÓN CON DIOS EN LA POESÍA.: "
LAS HORAS SON MIS AMIGAS
Las horas son mis amigas
cuando llegan y despierto.
Pero cuando callan solas
y me hablan de lo eterno,
qué maldad hay en su lengua
que duermo cierta.
CUANDO DIOS ESTABA
Cuando Dios estaba
doblando el cielopara guardarlo,
los ángelesayudaron de prisa.
Les estaba cansandosostenerlo.
Y YO, CUANDO ERA NIÑA,
Y yo, cuando era niña,
y hacía muñecas de barro
iba turbando el sueñoa una soledad viciada.
Porque cada grano de tierra,
cada solque quema la existencia,
es el mensaje que enviamos
descifrado a la Eternidad.
POETISA MARIANA SANSON ARGUELLO.
Nace en 1918, y escribe una poesía de carácter muy íntimo que se resume en el libro Las horas y sus voces. La primera mujer que ingresó a la Academia Nicaragüense de la Lengua. Fue poeta minimalista y pintora de estilo surrealista.
marcó, junto con María Teresa Sánchez, a las nuevas generaciones de mujeres dedicadas a las letras. Pero además de ser cimera en la labor literaria, Mariana poseía un inusitado talento que la impulsó a la escultura, a la técnica del bordado de figuras prehispánicas, y a convertirse en la primera nicaragüense en disponer de un mítico zoológico personal, apenas encerrado en las jaulas del asombro ajeno.
El doctor Carlos Tünnermann Bernheim dijo a END que Mariana Sansón Argüello es un caso muy singular en la poesía nicaragüense. Ella irrumpe en la poesía cuando se acerca a los 40 años, aunque posiblemente escribió alguna poesía en su juventud. En plena edad madura se da a conocer primero con algunos poemas que publica La Prensa Literaria.
Ella había sido alentada por José Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra y Carlos Martínez Rivas, quienes reconocieron la solvencia de esta escritora, y estos generosos elogios llegaron hasta el despacho del Doctor Mariano Fiallos Gil quien se entusiasmó al punto de publicarle un libro.
Así se produce su entrada oficial a las letras nicaragüenses en el buen año de 1959, cuando la UNAN, bajo la conducción del Rector Magnífico, le publica la primera colección de poemas, en forma de separata de la revista "Cuadernos Universitarios".
Esta selección proviene de cierta cantidad de poemas que para entonces había escrito. En esta escogencia participó un grupo de personas que conocían su poética
Uno de sus grandes temas en su obra es Dios. Dios le hacía cosquilla en el cerebro, decía Cortés. Y ella sintió que tenía una gran proximidad con Dios, y en sus poemas lo veía cuando asegura mirar al Altísimo en el momento que está doblando el cielo para guardarlo y los ángeles lo están ayudando de prisa.
La producción poética de Mariana Sansón todavía no se encuentra en su totalidad al alcance de sus lectores. Se conocen entre sus obras “Las horas y sus voces”, que reúne una buena parte de sus poemas, publicada en 1996 por el Banco Central de Nicaragua. Una parte de ellos fueron publicadas en “Cuadernos Universitarios” de la UNAN-León en 1959. En el período octubre 1986 y enero 1987 creó una obra conocida como “Zoo Fantástico” publicada en 1994. Fue colaboradora del suplemento “La Prensa Literaria”, donde se le publicó abundantes poemas y prosa.
MAESTRA DE PINTORES
Doña Mariana Sansón promovió en León la formación de una Escuela de Pintura, en coordinación con doña Rosa Carlota Tünnermann, que funcionó en los primeros años de la década de los 70, bajo los auspicios de la UNAN León.
En 1980 fue invitada por el ministro de Cultura, Ernesto Cardenal, para organizar y dirigir “El Grupo Sutiaba de Pintores Primitivos”, de cuya escuela egresaron, entre otros pintores, Olga Maradiaga, que hace un año realizó una exposición de pintura en homenaje a su maestra Mariana Sansón Argüello, al que ya no pudo asistir por razones de salud. LIC:RENE DAVILA."
LAS HORAS SON MIS AMIGAS
Las horas son mis amigas
cuando llegan y despierto.
Pero cuando callan solas
y me hablan de lo eterno,
qué maldad hay en su lengua
que duermo cierta.
CUANDO DIOS ESTABA
Cuando Dios estaba
doblando el cielopara guardarlo,
los ángelesayudaron de prisa.
Les estaba cansandosostenerlo.
Y YO, CUANDO ERA NIÑA,
Y yo, cuando era niña,
y hacía muñecas de barro
iba turbando el sueñoa una soledad viciada.
Porque cada grano de tierra,
cada solque quema la existencia,
es el mensaje que enviamos
descifrado a la Eternidad.
POETISA MARIANA SANSON ARGUELLO.
Nace en 1918, y escribe una poesía de carácter muy íntimo que se resume en el libro Las horas y sus voces. La primera mujer que ingresó a la Academia Nicaragüense de la Lengua. Fue poeta minimalista y pintora de estilo surrealista.
marcó, junto con María Teresa Sánchez, a las nuevas generaciones de mujeres dedicadas a las letras. Pero además de ser cimera en la labor literaria, Mariana poseía un inusitado talento que la impulsó a la escultura, a la técnica del bordado de figuras prehispánicas, y a convertirse en la primera nicaragüense en disponer de un mítico zoológico personal, apenas encerrado en las jaulas del asombro ajeno.
El doctor Carlos Tünnermann Bernheim dijo a END que Mariana Sansón Argüello es un caso muy singular en la poesía nicaragüense. Ella irrumpe en la poesía cuando se acerca a los 40 años, aunque posiblemente escribió alguna poesía en su juventud. En plena edad madura se da a conocer primero con algunos poemas que publica La Prensa Literaria.
Ella había sido alentada por José Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra y Carlos Martínez Rivas, quienes reconocieron la solvencia de esta escritora, y estos generosos elogios llegaron hasta el despacho del Doctor Mariano Fiallos Gil quien se entusiasmó al punto de publicarle un libro.
Así se produce su entrada oficial a las letras nicaragüenses en el buen año de 1959, cuando la UNAN, bajo la conducción del Rector Magnífico, le publica la primera colección de poemas, en forma de separata de la revista "Cuadernos Universitarios".
Esta selección proviene de cierta cantidad de poemas que para entonces había escrito. En esta escogencia participó un grupo de personas que conocían su poética
Uno de sus grandes temas en su obra es Dios. Dios le hacía cosquilla en el cerebro, decía Cortés. Y ella sintió que tenía una gran proximidad con Dios, y en sus poemas lo veía cuando asegura mirar al Altísimo en el momento que está doblando el cielo para guardarlo y los ángeles lo están ayudando de prisa.
La producción poética de Mariana Sansón todavía no se encuentra en su totalidad al alcance de sus lectores. Se conocen entre sus obras “Las horas y sus voces”, que reúne una buena parte de sus poemas, publicada en 1996 por el Banco Central de Nicaragua. Una parte de ellos fueron publicadas en “Cuadernos Universitarios” de la UNAN-León en 1959. En el período octubre 1986 y enero 1987 creó una obra conocida como “Zoo Fantástico” publicada en 1994. Fue colaboradora del suplemento “La Prensa Literaria”, donde se le publicó abundantes poemas y prosa.
MAESTRA DE PINTORES
Doña Mariana Sansón promovió en León la formación de una Escuela de Pintura, en coordinación con doña Rosa Carlota Tünnermann, que funcionó en los primeros años de la década de los 70, bajo los auspicios de la UNAN León.
En 1980 fue invitada por el ministro de Cultura, Ernesto Cardenal, para organizar y dirigir “El Grupo Sutiaba de Pintores Primitivos”, de cuya escuela egresaron, entre otros pintores, Olga Maradiaga, que hace un año realizó una exposición de pintura en homenaje a su maestra Mariana Sansón Argüello, al que ya no pudo asistir por razones de salud. LIC:RENE DAVILA."
miércoles, 2 de marzo de 2011
LUIS ALBERTO CABRALES LIRICO POR EXCELENCIA.
LUIS ALBERTO CABRALES LIRICO POR EXCELENCIA.: "
Primer Aguacero
ANOCHE, toda la noche,
cayó el primer aguacero.
Por eso
alegre estaba el campo en la mañana
con su camisa blanca de todos los domingos
y el pantalón azul de la Semana Santa.
Alegre estaba el campo
de azul y de blanco.
Silbando se fue a la ciudad
con su nuevo sombrero de pita;
trascendía a hierba, a fruta y a humedad.
Como viera los árboles todos llenos de trino,
como viera las nubes todas llenas de sol,
compró para el colocho un centavo de olor
en la venta que puso mayo en el camino.
Fue un vanguardista que no pertenecía a las familias granadinas, pues nació en Chinandega, departamento situado al Occidente del país. Tenía una ideología de extrema derecha y su obra poética es muy breve. Su único libro es Opera parva, publicado en 1961, donde se aprecia un acento provinciano y rural.
Sus estudios los realizó en el Instituto Pedagógico de Managua. Y estudió Ciencias Políticas en Francia, empapado de la cultura europea regresa a Nicaragua. En parte de su obra poética, Cabrales presenta una severa crítica hacia la falsa moral y sobre todo a la militancia religiosa amañada, hipócrita. Veamos parte de esa sensibilidad, vista también en otros de nuestros intelectuales de esa época.
Ejerció como crítico literario, ensayista, pedagogo, periodista, y duro polemista, permaneció atrincherado siempre en su ideología de extrema derecha, (admirador de Charles Maurrás desde sus años en Francia); una ideología que, como en el caso de Jorge Luis Borges, no dejaba de servirle como un arma de provocación.
Uno de los más destacados intelectuales de Nicaragua. Poeta, polemista, ensayista, periodista y pedagogo, pese a ser uno de los fundadores del movimiento de Vanguardia (iniciado en 1927) que renovó la faz de la cultura nicaragüense, integrándola a las corrientes internacionales, su figura ha sido, en cierta forma, un tanto opacada por las de José Coronel Urtecho y Pablo Antonio Cuadra, lo cual se explica porque él se manejaba como un pensador grave, austero y maduro, ajeno a los pronunciamientos y actos de escándalos de la muchachada vanguardista (Coronel, PAC, Joaquín Pasos, Ordóñez Argüello, menores que él cronológicamente hablando.
Publicó apenas un solo libro de poesía: Opera parva (1961) y nunca reunió sus ensayos y artículos en libros de fluyente circulación. Por otra parte, su pensamiento eminentemente reaccionario o "fundamentalista" como diríamos hoy, lo hizo refractario ante las nuevas generaciones.
Mientras PAC y Coronel evolucionaron, del eufórico fascismo criollo o "somocismo", el uno a las posturas de la democracia cristiana y el otro a la adhesión a la Revolución Sandinista, el orgulloso y terco chinandegano fue siempre fiel a su conservatismo radical que incluía una actitud fascistizante y un catolicismo ultramontano antiliberal, antisocialista y, ya no digamos, anti-comunista, ideas que aprendió en Francia, país a donde lo mandó el gobierno conservador de Diego Manuel Chamorro. Ahí, en los cursos de la Acción Católica, dirigida por Charles Mauras, asimiló un pensamiento integrista, pero también se familiarizó como el padre Azarías Pallais un poco antes con la gran poesía francesa de la época: Peguy, Claudel y otros.
En 1927, ya en Nicaragua, se encuentra con José Coronel, recién llegado de California y de esa relación fructífera y de esa mutua enseñanza (una norteamericana y otra europea) surge el Vanguardismo como corriente literaria, ideológica y política. El novelista y crítico literario Julio Valle Castillo, en el prólogo de «Ópera Parva», el único libro de poesía de Cabrales, nos da su valoración, sobre todo en lo que concierne a su oficio lírico.
«Cabrales es un lírico: toda una potencia lírica que, segura de su capacidad, se impone deliberadamente restricciones. Un poeta sentado en el trono de su primera persona, en el Yo, armado y coronado del Yo. Una primera persona que divide y une el amor y la muerte, como la mayoría de poetas que en el mundo han sido.
Y es esa fuerza lírica la que le otorga vigencia, modernidad, actualidad a su poesía tradicional y conservadora, la que lo hace trascender sus limitaciones y aberraciones ideológicas y la asimismo le dispensa y neutraliza sus excesos y deficiencias. Esta fuerza lírica hasta legitima la trasnochada atmósfera romántica de la poesía de Cabrales -atmósfera muy José Asunción Silva, muy Amado Nervo: Nocturna, lunática, en la que caben lápidas, novias muertas o amores frustrados y cipreses. LIC:RENE DAVILA"
Primer Aguacero
ANOCHE, toda la noche,
cayó el primer aguacero.
Por eso
alegre estaba el campo en la mañana
con su camisa blanca de todos los domingos
y el pantalón azul de la Semana Santa.
Alegre estaba el campo
de azul y de blanco.
Silbando se fue a la ciudad
con su nuevo sombrero de pita;
trascendía a hierba, a fruta y a humedad.
Como viera los árboles todos llenos de trino,
como viera las nubes todas llenas de sol,
compró para el colocho un centavo de olor
en la venta que puso mayo en el camino.
Fue un vanguardista que no pertenecía a las familias granadinas, pues nació en Chinandega, departamento situado al Occidente del país. Tenía una ideología de extrema derecha y su obra poética es muy breve. Su único libro es Opera parva, publicado en 1961, donde se aprecia un acento provinciano y rural.
Sus estudios los realizó en el Instituto Pedagógico de Managua. Y estudió Ciencias Políticas en Francia, empapado de la cultura europea regresa a Nicaragua. En parte de su obra poética, Cabrales presenta una severa crítica hacia la falsa moral y sobre todo a la militancia religiosa amañada, hipócrita. Veamos parte de esa sensibilidad, vista también en otros de nuestros intelectuales de esa época.
Ejerció como crítico literario, ensayista, pedagogo, periodista, y duro polemista, permaneció atrincherado siempre en su ideología de extrema derecha, (admirador de Charles Maurrás desde sus años en Francia); una ideología que, como en el caso de Jorge Luis Borges, no dejaba de servirle como un arma de provocación.
Uno de los más destacados intelectuales de Nicaragua. Poeta, polemista, ensayista, periodista y pedagogo, pese a ser uno de los fundadores del movimiento de Vanguardia (iniciado en 1927) que renovó la faz de la cultura nicaragüense, integrándola a las corrientes internacionales, su figura ha sido, en cierta forma, un tanto opacada por las de José Coronel Urtecho y Pablo Antonio Cuadra, lo cual se explica porque él se manejaba como un pensador grave, austero y maduro, ajeno a los pronunciamientos y actos de escándalos de la muchachada vanguardista (Coronel, PAC, Joaquín Pasos, Ordóñez Argüello, menores que él cronológicamente hablando.
Publicó apenas un solo libro de poesía: Opera parva (1961) y nunca reunió sus ensayos y artículos en libros de fluyente circulación. Por otra parte, su pensamiento eminentemente reaccionario o "fundamentalista" como diríamos hoy, lo hizo refractario ante las nuevas generaciones.
Mientras PAC y Coronel evolucionaron, del eufórico fascismo criollo o "somocismo", el uno a las posturas de la democracia cristiana y el otro a la adhesión a la Revolución Sandinista, el orgulloso y terco chinandegano fue siempre fiel a su conservatismo radical que incluía una actitud fascistizante y un catolicismo ultramontano antiliberal, antisocialista y, ya no digamos, anti-comunista, ideas que aprendió en Francia, país a donde lo mandó el gobierno conservador de Diego Manuel Chamorro. Ahí, en los cursos de la Acción Católica, dirigida por Charles Mauras, asimiló un pensamiento integrista, pero también se familiarizó como el padre Azarías Pallais un poco antes con la gran poesía francesa de la época: Peguy, Claudel y otros.
En 1927, ya en Nicaragua, se encuentra con José Coronel, recién llegado de California y de esa relación fructífera y de esa mutua enseñanza (una norteamericana y otra europea) surge el Vanguardismo como corriente literaria, ideológica y política. El novelista y crítico literario Julio Valle Castillo, en el prólogo de «Ópera Parva», el único libro de poesía de Cabrales, nos da su valoración, sobre todo en lo que concierne a su oficio lírico.
«Cabrales es un lírico: toda una potencia lírica que, segura de su capacidad, se impone deliberadamente restricciones. Un poeta sentado en el trono de su primera persona, en el Yo, armado y coronado del Yo. Una primera persona que divide y une el amor y la muerte, como la mayoría de poetas que en el mundo han sido.
Y es esa fuerza lírica la que le otorga vigencia, modernidad, actualidad a su poesía tradicional y conservadora, la que lo hace trascender sus limitaciones y aberraciones ideológicas y la asimismo le dispensa y neutraliza sus excesos y deficiencias. Esta fuerza lírica hasta legitima la trasnochada atmósfera romántica de la poesía de Cabrales -atmósfera muy José Asunción Silva, muy Amado Nervo: Nocturna, lunática, en la que caben lápidas, novias muertas o amores frustrados y cipreses. LIC:RENE DAVILA"
AZARIAS H PALLAIS POESIA HUMANISTA Y LITURGICA.
AZARIAS H PALLAIS POESIA HUMANISTA Y LITURGICA.: "
Entierro de pobre
Entierro de pobre, ya sabes, amigo.
No quiero que vengan los otros conmigo.
Los otros, aquellos del otro camino,
los que me dijeron: es agua tu vino.
Los que sacudieron mi rama florida.
Para tejer burlas, en charlas subida.
Entierro de pobre, ya sabes, amigo.
Sin flores horribles de trapo, contigo,
y mis cuatro hermanos bellos, silenciosos,
sin esa etiqueta, sin esos curiosos,
sin los obligados que dicen: debía
venir al entierro y en charla vacía,
prosiguen narrando su gracioso cuento.
Entierro de pobre. Mi acompañamiento
será de pocos. La misa temprano,
de aquel padre Valle, canto gregoriano,
en iglesia pobre y un solo cantor
misa verdadera de Nuestro Señor.
También te suplico, me libres, hermano,
del insulto magno. Al diario profano,
que a diario blafema, dile, que no es cierto,
que quién le ha contado que me hubiese muerto
que estoy bueno y sano y así no dirán
sus majaderías de parrampamplán:
noble, generoso, digno, caballero,
ciudadano probo, patriota sincero,
de firme carácter, hombre superior...:
y otros disparates del mismo color.
Acuérdate hermano de todos aquellos
versos de mis libros, silenciosos, bellos.
Del "Agua Encantada" de estos mis "Caminos"
que son el consuelo de los peregrinos,
de "Espumas y Estrellas:, del "Libro Menor"
que a todos encanta por su buen olor.
Entierro de pobre, ya sabes, amigo.
No quiero que vengan los otros conmigo.
Azarías Pallais de Jesús o Azarías H. Pallais (desde noviembre 3ro, 1884 hasta septiembre 6, 1954) es considerado como uno de Nicaragua s 'más grandes poetas. Nació en León . El padre Pallais fue un médico y su madre era sobrina de liberales estadista Máximo Jerez . Él era un descendiente de Enrique Pallais (de ahí la inicial del segundo H. ), un francés que se estableció en Nicaragua a finales del siglo XIX.
Carrera en el sacerdocio
En 1900, Pallais se unió al seminario de San Ramón. En 1905, el presidente Zelaya expulsado de todo un sector del clero de Nicaragua, incluyendo Pallais, entonces de 20 años, quien se mudó a París y se unió a la de Saint-Sulpice seminario para continuar sus estudios teológicos. Él fue ordenado como un católico sacerdote en 1908. Pallais estudió en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica y recibió un doctorado en teología . En 1911 regresó a su ciudad natal de León en Nicaragua. En ese mismo año su predicación escandalizó a la conservadora del clero local, dando lugar a su suspensión a divinis (la más grave canónica sanción) por el obispo . Monseñor Pereira anuló la sanción en algún momento de ese año. carrera literaria
Pallais se mantuvo en León hasta 1940, viviendo en casa de su madre en la antigua La Recolección barrio . Durante ese tiempo se convirtió en el poeta nicaragüense más popular después de Rubén Darío . En una serie de libros de poesía, Pallais se unió a la modernista revolución en la literatura y ha contribuido en gran medida a su desarrollo en el español habla en todo el mundo.
Los libros publicados durante este período incluyen: A la sombra del Agua ( En la sombra del agua ) (1917), Espumas y Estrellas ( de la espuma y las estrellas ) (1919) y Caminos ( Caminos ) (1921).
En 1923 Pallais discurso socialista palabras , se dirigió por primera vez en el país lo social temas candentes del día de un cristiano perspectiva. Luego, en 1927 publicó El libro de las palabras evangélicas , y se unió a sus esfuerzos literarios con los de la vanguardia literaria emergentes ( Pablo Antonio Cuadra , José Coronel Urtecho y Joaquín Pasos ).
En 1928 publicó su obra más importante de la poesía: Bello Tono Menor ( hermoso tono menor ), un éxito internacional. En 1929 fue nombrado miembro de la Academia Literaria de Nicaragua. El período entre 1930 y 1936 estaba lleno de dificultades financieras y otros. Su reputación sufrió bajo el gobierno de Moncada, un viejo enemigo. Sin embargo, se las arregló para escribir y publicar sus Glosas ( Comentarios ), una crítica altamente politizada del gobierno, en varios periódicos de Nicaragua.
A la llegada al poder del dictador Anastasio Somoza García , Pallais inicialmente lo apoyaron, entonces había una pelea importante que dio lugar a la pérdida de todos sus privilegios. En 1940 fue nombrado párroco simple en la ciudad portuaria de Corinto , a 75 millas al norte de la capital, Managua , donde permaneció hasta su muerte. Su intensa labor como predicador, activista social, protector de los pobres y los indigentes le valió la admiración locales grandes. En 1951 publicó su último libro de poesía: Pirateria.
Después de su muerte, quedó consagrada en la creación literaria como uno de los Grandes "de Nicaragua" la poesía de tres (los otros son Alfonso Cortés y Salomón de la Selva ). LIC:RENE DAVILA"
Entierro de pobre
Entierro de pobre, ya sabes, amigo.
No quiero que vengan los otros conmigo.
Los otros, aquellos del otro camino,
los que me dijeron: es agua tu vino.
Los que sacudieron mi rama florida.
Para tejer burlas, en charlas subida.
Entierro de pobre, ya sabes, amigo.
Sin flores horribles de trapo, contigo,
y mis cuatro hermanos bellos, silenciosos,
sin esa etiqueta, sin esos curiosos,
sin los obligados que dicen: debía
venir al entierro y en charla vacía,
prosiguen narrando su gracioso cuento.
Entierro de pobre. Mi acompañamiento
será de pocos. La misa temprano,
de aquel padre Valle, canto gregoriano,
en iglesia pobre y un solo cantor
misa verdadera de Nuestro Señor.
También te suplico, me libres, hermano,
del insulto magno. Al diario profano,
que a diario blafema, dile, que no es cierto,
que quién le ha contado que me hubiese muerto
que estoy bueno y sano y así no dirán
sus majaderías de parrampamplán:
noble, generoso, digno, caballero,
ciudadano probo, patriota sincero,
de firme carácter, hombre superior...:
y otros disparates del mismo color.
Acuérdate hermano de todos aquellos
versos de mis libros, silenciosos, bellos.
Del "Agua Encantada" de estos mis "Caminos"
que son el consuelo de los peregrinos,
de "Espumas y Estrellas:, del "Libro Menor"
que a todos encanta por su buen olor.
Entierro de pobre, ya sabes, amigo.
No quiero que vengan los otros conmigo.
Azarías Pallais de Jesús o Azarías H. Pallais (desde noviembre 3ro, 1884 hasta septiembre 6, 1954) es considerado como uno de Nicaragua s 'más grandes poetas. Nació en León . El padre Pallais fue un médico y su madre era sobrina de liberales estadista Máximo Jerez . Él era un descendiente de Enrique Pallais (de ahí la inicial del segundo H. ), un francés que se estableció en Nicaragua a finales del siglo XIX.
Carrera en el sacerdocio
En 1900, Pallais se unió al seminario de San Ramón. En 1905, el presidente Zelaya expulsado de todo un sector del clero de Nicaragua, incluyendo Pallais, entonces de 20 años, quien se mudó a París y se unió a la de Saint-Sulpice seminario para continuar sus estudios teológicos. Él fue ordenado como un católico sacerdote en 1908. Pallais estudió en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica y recibió un doctorado en teología . En 1911 regresó a su ciudad natal de León en Nicaragua. En ese mismo año su predicación escandalizó a la conservadora del clero local, dando lugar a su suspensión a divinis (la más grave canónica sanción) por el obispo . Monseñor Pereira anuló la sanción en algún momento de ese año. carrera literaria
Pallais se mantuvo en León hasta 1940, viviendo en casa de su madre en la antigua La Recolección barrio . Durante ese tiempo se convirtió en el poeta nicaragüense más popular después de Rubén Darío . En una serie de libros de poesía, Pallais se unió a la modernista revolución en la literatura y ha contribuido en gran medida a su desarrollo en el español habla en todo el mundo.
Los libros publicados durante este período incluyen: A la sombra del Agua ( En la sombra del agua ) (1917), Espumas y Estrellas ( de la espuma y las estrellas ) (1919) y Caminos ( Caminos ) (1921).
En 1923 Pallais discurso socialista palabras , se dirigió por primera vez en el país lo social temas candentes del día de un cristiano perspectiva. Luego, en 1927 publicó El libro de las palabras evangélicas , y se unió a sus esfuerzos literarios con los de la vanguardia literaria emergentes ( Pablo Antonio Cuadra , José Coronel Urtecho y Joaquín Pasos ).
En 1928 publicó su obra más importante de la poesía: Bello Tono Menor ( hermoso tono menor ), un éxito internacional. En 1929 fue nombrado miembro de la Academia Literaria de Nicaragua. El período entre 1930 y 1936 estaba lleno de dificultades financieras y otros. Su reputación sufrió bajo el gobierno de Moncada, un viejo enemigo. Sin embargo, se las arregló para escribir y publicar sus Glosas ( Comentarios ), una crítica altamente politizada del gobierno, en varios periódicos de Nicaragua.
A la llegada al poder del dictador Anastasio Somoza García , Pallais inicialmente lo apoyaron, entonces había una pelea importante que dio lugar a la pérdida de todos sus privilegios. En 1940 fue nombrado párroco simple en la ciudad portuaria de Corinto , a 75 millas al norte de la capital, Managua , donde permaneció hasta su muerte. Su intensa labor como predicador, activista social, protector de los pobres y los indigentes le valió la admiración locales grandes. En 1951 publicó su último libro de poesía: Pirateria.
Después de su muerte, quedó consagrada en la creación literaria como uno de los Grandes "de Nicaragua" la poesía de tres (los otros son Alfonso Cortés y Salomón de la Selva ). LIC:RENE DAVILA"
martes, 1 de marzo de 2011
SALOMON DE LA SELVA EL VERBO TENSO SU CUERDA.
SALOMON DE LASELVA EL VERBO TENSO SU CUERDA.
: "
LA BALA
La bala que me hiera
será bala con alma
El alma de esa bala
será como sería
la canción de una rosa
si las flores cantaran
o si el olor de un topacio
si las piedras olieran,
o la piel de una música
si nos fuese posible
tocar a las canciones
desnudas con las manos.
Si me hiere el cerebro
me dirá: Yo buscaba
sondear tu pensamiento.
Y si me hiere el pecho
me dirá: ¡Yo quería
decirte que te quiero!
Poeta y traductor, narrador y ensayista, nació en León el 20 de Marzo de 1893. Formado en los institutos de su patria y en los colegios y universidades de los Estados Unidos (Westerleig Colegiate Institute, Staten Island; Cornell y Columbia), enseñó en escuelas primarias de su ciudad natal, León, en superiores de Nueva York (1913-15) y en el Williams College de Williamstown, Massachussets (1916-17); asimismo, tuvo la cátedra de Historia en la Escuela Nacional Preparatoria de México y fue profesor de la Escuela de Verano de la Universidad (también) de México y, posteriormente, del Colegio Superior de Señoritas de San José, Costa Rica, y de la Escuela Normal de Panamá.
De 1917 a 1918 militó en el Frente Occidental de la Guerra Europea como soldado voluntario del ejército inglés (Royal North Lancashire Regiment). Afiliado a la Confederación Obrera Mexicana (CROM), organizó sindicatos en Nicaragua, reorganizando la Federación Obrera Nicaragüense (FON) y formando, en 1925, el Partido Laborista de Nicaragua. En 1929, tras una diaria campaña contra la intervención norteamericana durante un año, fue expulsado de su patria; y en los puertos de El Salvador, Guatemala y México, que tocó el barco que lo llevaba, no le permitieron pisar tierra ni asilarse.
Detenido en la isla de Angel, en Estados Unidos, pasó a residir a Costa Rica, donde colaboró intensamente en Repertorio Americano. De 1933 a 1934 fundó y dirigió el semanario bilingüe Digesto Latinoamericano en Panamá. Allí mismo, en 1935, fundó y dirigió el Centro de Estudios Pedagógicos e Hispanoamericanos. Entonces se trasladó, definitivamente, a México. En 1938, como representante del gobierno mexicano, contribuyó a resolver el conflicto con los Estados Unidos de la nacionalización petrolera. En los años 40 colaboraba en varios periódicos y revistas: El Universal, Excelsior, Tiempo, Romance, Américas. Luego fue consultor del Presidente Miguel Alemán y Agregado Cultural de México en Washington. A su muerte en París el 5 de Febrero de 1959, mientras ejercía un efímero cargo suigéneris del gobierno nicaragüense para escribir un libro sobre Paulo III, dejó miles de páginas dispersas en publicaciones del continente y otras tanta inéditas.
Valoración. Salomón de la Selva se lleva la palma de ser uno de los mayores poetas de Hispanoamérica menos conocido. Y así es: el número de trabajos sobre su obra apenas supera el centenar y medio, pero la mayoría son superficiales o anecdóticos; en los últimos años, sin embargo, Octavio Paz y José Emilio Pacheco han reconocido lo que fue: el primer poeta moderno de Mesoamérica (México y Centroamérica). En su principal obra renovadora. El soldado desconocido (1922), cuya cubierta ilustró Diego Rivera, introdujo el coloquialismo y el prosaísmo, descubriendo y realizando a conciencia sus posibilidades; precisamente poemas de ese libro incluídos en el Indice de la poesía nueva americana (1926), primer recuento selectivo de la eclosión vanguardista en Latinoamerica, editado por el peruano Alberto Hidalgo. Pero la expresión y nueva de El Soldado...
Sustentado en el realismo libre y en el inmediatismo exteriorista, se remontaba a la formación de su autor en los Estados Unidos. Clave, de su destino, esa experiencia la concretó en Tropical town and other poems (1918), primera gran contribución de un latinoamericano... a la lengua ingles, caracterizada por una musicalidad verbal y una maestría versificadora –herencias modernistas—, pero también, por una apropiación lírica de las fuentes tradicionales de la literatura hispánica y el impactante inicio de la poesía de protesta, comprometida sociopolíticamente. Otros recursos de El soldado desconocido corresponden a la forma epistolar y a la del diario de campaña (su poemario nació de la participación del nicaragüense en la Primera Guerra Mundial), la asimilación cristiana del paganismo y la de la balada inglesa, logrando una letra y un espíritu completamente modernos.
Luego emprendió una tarea que se realizaba simultáneamente en España: la explotación, con felices resultados, de la veta neo-popularista en un libro inédito, pero publicado dispersamente en revistas de México y Costa Rica: Cantares y canciones (1921), precedidas de dos composiciones afrocubanas ("Danzón" y "Habanera" ambas de 1921), muy anteriores al desarrollo de la temática negrista alrededor de 1930. "La Habanera" es una adaptación conversacional y antillana de la Oda II, libro IV de Quinto Horacio Flaco, por lo que ya apunta la tendencia que asumiría Salomón de la Selva, casi en forma excluyente, de modernizar antigüedades a partir de su Evocación de Horacio (1949). Pero antes dejaría romances eróticos y mitológicos, corridos de temas políticas y villancicos de intensión social, como también otras adaptaciones de lenguas de lenguas, y de sus ámbitos culturales, contenidos en su pequeño y volumen de verso y prosa, fundamentalmente recreativo: Las hijas de Erechtheo (Panamá, 1933).
A ese título siguieron poemas dispersos, reveladores de una obra variadísima: "Vuelo de muchas flechas" que incluía –entre otras direcciones—la apropiación biográfica ("Sonata de Alejandro Hamilton"). un nuevo tipo de erotismo ("Sajadya", de inspiración hindú) y la recreación indostánica de "Amanecer"; el tema cívico, circunstancialmente enaltecedor de los principios democráticos (Elogio del pudor, 1943) y el humanitarismo plenamente exteriorista, por su carga anecdótica trascendencia, de "Dos soldados", poema antológico representativo de la Segunda Guerra Mundiaql. En seguida, penetró en la fuente latina, actualizando su permanencia, como lo hizo en Evocación de Horacio –ya citada—y estableció las bases de una paideia latinoamericano en Canto a la independencia nacional de México (1956). A pesar de su limitación geográficas, Salomón concretiza en ese Canto ideales y teorías educativas, fija la nacionalidad mexicana a través del prócer Miguel Hidalgo y Costilla, además de glosar fundamentos democráticos.
Prosiguiendo la tradición de asimilar cristianamente el mundo clásico, centromerizanizó la hélade en su alta, épica, trascendente Evocación de Píndaro (1957) que dos años atrás había obtenido el Primer Premio Centroamericano de Poesía; y, ya en su últimos, profundizó –como nadie anteriormente—en el espíritu y las formas aborígenes de lo americano: no otra cosa resultó su Acomixtli Nezahualcoyotl (1958). Por fin, partiendo de su gestiones de sus originales, hizo suyos temas de la poesía helénica, ilmunando su persona –experiencia intelectual y sentimental, en las dos colecciones póstumas de Lira graeca (1959 y 1960). Pero la obra de su vida, en la que pasó trabajando muchos años, fue Ilustre familia (1954): biblia de sensibilidad y compendio de su pasión helénica, así como de la sabiduría de Occidente, o Poema (casi todo en prosa) de los siete tratados, sobre las tres únicas pasiones que –según de la Selva—levantan al hombre ("Todas las demás lo sumen en la miseria y la vergüenza"): el Amor, la Religión y la Política.
Experimental e innovador en su primera época, al fundar una de las vanguardias contemporáneas llevando al máximo la posibilidad libertaria del modernismo, Salomón de la Selva continuó después la tradición poética cuya misión ha sido cantar los valores éticos y culturales; de esta forma, se preocupó por formularnos un arquetipo de hombre como vate cívico y civilista que fue. En esa empresa –lo señala Angel Martínez—lo propio, lo más característico de su obra fue una fusión orgánica, hasta hacerse consubstancial con su vida, de tres culturales: "la llamada clásica, griega y latina, auténticamente penetrada y compenetrado él con ella: la cristiana, en su gran extensión profundizada, desde el principio hasta lo mejor de hoy; y finalmente la indígena americana, adivinada y vivida más que aprendida".
Revalorada por Paz al revisar la antología Laurel (1914), en la que figura de la Selva, la Poesía de éste merece una mayor valoración. "El tema mismo de su libro único, el soldado desconocido anotó el gran poeta y crítico mexicano, también fue novedoso en nuestra lírica". Por otra parte, un año antes de morir, Pablo Neruda evocó en París a de la Selva, cuya poesía "admiraba en grado sumo", prometiendo "sacarlo del olvido con un prólogo a sus libros poéticos completos". LIC:RENE DAVILA"
: "
LA BALA
La bala que me hiera
será bala con alma
El alma de esa bala
será como sería
la canción de una rosa
si las flores cantaran
o si el olor de un topacio
si las piedras olieran,
o la piel de una música
si nos fuese posible
tocar a las canciones
desnudas con las manos.
Si me hiere el cerebro
me dirá: Yo buscaba
sondear tu pensamiento.
Y si me hiere el pecho
me dirá: ¡Yo quería
decirte que te quiero!
Poeta y traductor, narrador y ensayista, nació en León el 20 de Marzo de 1893. Formado en los institutos de su patria y en los colegios y universidades de los Estados Unidos (Westerleig Colegiate Institute, Staten Island; Cornell y Columbia), enseñó en escuelas primarias de su ciudad natal, León, en superiores de Nueva York (1913-15) y en el Williams College de Williamstown, Massachussets (1916-17); asimismo, tuvo la cátedra de Historia en la Escuela Nacional Preparatoria de México y fue profesor de la Escuela de Verano de la Universidad (también) de México y, posteriormente, del Colegio Superior de Señoritas de San José, Costa Rica, y de la Escuela Normal de Panamá.
De 1917 a 1918 militó en el Frente Occidental de la Guerra Europea como soldado voluntario del ejército inglés (Royal North Lancashire Regiment). Afiliado a la Confederación Obrera Mexicana (CROM), organizó sindicatos en Nicaragua, reorganizando la Federación Obrera Nicaragüense (FON) y formando, en 1925, el Partido Laborista de Nicaragua. En 1929, tras una diaria campaña contra la intervención norteamericana durante un año, fue expulsado de su patria; y en los puertos de El Salvador, Guatemala y México, que tocó el barco que lo llevaba, no le permitieron pisar tierra ni asilarse.
Detenido en la isla de Angel, en Estados Unidos, pasó a residir a Costa Rica, donde colaboró intensamente en Repertorio Americano. De 1933 a 1934 fundó y dirigió el semanario bilingüe Digesto Latinoamericano en Panamá. Allí mismo, en 1935, fundó y dirigió el Centro de Estudios Pedagógicos e Hispanoamericanos. Entonces se trasladó, definitivamente, a México. En 1938, como representante del gobierno mexicano, contribuyó a resolver el conflicto con los Estados Unidos de la nacionalización petrolera. En los años 40 colaboraba en varios periódicos y revistas: El Universal, Excelsior, Tiempo, Romance, Américas. Luego fue consultor del Presidente Miguel Alemán y Agregado Cultural de México en Washington. A su muerte en París el 5 de Febrero de 1959, mientras ejercía un efímero cargo suigéneris del gobierno nicaragüense para escribir un libro sobre Paulo III, dejó miles de páginas dispersas en publicaciones del continente y otras tanta inéditas.
Valoración. Salomón de la Selva se lleva la palma de ser uno de los mayores poetas de Hispanoamérica menos conocido. Y así es: el número de trabajos sobre su obra apenas supera el centenar y medio, pero la mayoría son superficiales o anecdóticos; en los últimos años, sin embargo, Octavio Paz y José Emilio Pacheco han reconocido lo que fue: el primer poeta moderno de Mesoamérica (México y Centroamérica). En su principal obra renovadora. El soldado desconocido (1922), cuya cubierta ilustró Diego Rivera, introdujo el coloquialismo y el prosaísmo, descubriendo y realizando a conciencia sus posibilidades; precisamente poemas de ese libro incluídos en el Indice de la poesía nueva americana (1926), primer recuento selectivo de la eclosión vanguardista en Latinoamerica, editado por el peruano Alberto Hidalgo. Pero la expresión y nueva de El Soldado...
Sustentado en el realismo libre y en el inmediatismo exteriorista, se remontaba a la formación de su autor en los Estados Unidos. Clave, de su destino, esa experiencia la concretó en Tropical town and other poems (1918), primera gran contribución de un latinoamericano... a la lengua ingles, caracterizada por una musicalidad verbal y una maestría versificadora –herencias modernistas—, pero también, por una apropiación lírica de las fuentes tradicionales de la literatura hispánica y el impactante inicio de la poesía de protesta, comprometida sociopolíticamente. Otros recursos de El soldado desconocido corresponden a la forma epistolar y a la del diario de campaña (su poemario nació de la participación del nicaragüense en la Primera Guerra Mundial), la asimilación cristiana del paganismo y la de la balada inglesa, logrando una letra y un espíritu completamente modernos.
Luego emprendió una tarea que se realizaba simultáneamente en España: la explotación, con felices resultados, de la veta neo-popularista en un libro inédito, pero publicado dispersamente en revistas de México y Costa Rica: Cantares y canciones (1921), precedidas de dos composiciones afrocubanas ("Danzón" y "Habanera" ambas de 1921), muy anteriores al desarrollo de la temática negrista alrededor de 1930. "La Habanera" es una adaptación conversacional y antillana de la Oda II, libro IV de Quinto Horacio Flaco, por lo que ya apunta la tendencia que asumiría Salomón de la Selva, casi en forma excluyente, de modernizar antigüedades a partir de su Evocación de Horacio (1949). Pero antes dejaría romances eróticos y mitológicos, corridos de temas políticas y villancicos de intensión social, como también otras adaptaciones de lenguas de lenguas, y de sus ámbitos culturales, contenidos en su pequeño y volumen de verso y prosa, fundamentalmente recreativo: Las hijas de Erechtheo (Panamá, 1933).
A ese título siguieron poemas dispersos, reveladores de una obra variadísima: "Vuelo de muchas flechas" que incluía –entre otras direcciones—la apropiación biográfica ("Sonata de Alejandro Hamilton"). un nuevo tipo de erotismo ("Sajadya", de inspiración hindú) y la recreación indostánica de "Amanecer"; el tema cívico, circunstancialmente enaltecedor de los principios democráticos (Elogio del pudor, 1943) y el humanitarismo plenamente exteriorista, por su carga anecdótica trascendencia, de "Dos soldados", poema antológico representativo de la Segunda Guerra Mundiaql. En seguida, penetró en la fuente latina, actualizando su permanencia, como lo hizo en Evocación de Horacio –ya citada—y estableció las bases de una paideia latinoamericano en Canto a la independencia nacional de México (1956). A pesar de su limitación geográficas, Salomón concretiza en ese Canto ideales y teorías educativas, fija la nacionalidad mexicana a través del prócer Miguel Hidalgo y Costilla, además de glosar fundamentos democráticos.
Prosiguiendo la tradición de asimilar cristianamente el mundo clásico, centromerizanizó la hélade en su alta, épica, trascendente Evocación de Píndaro (1957) que dos años atrás había obtenido el Primer Premio Centroamericano de Poesía; y, ya en su últimos, profundizó –como nadie anteriormente—en el espíritu y las formas aborígenes de lo americano: no otra cosa resultó su Acomixtli Nezahualcoyotl (1958). Por fin, partiendo de su gestiones de sus originales, hizo suyos temas de la poesía helénica, ilmunando su persona –experiencia intelectual y sentimental, en las dos colecciones póstumas de Lira graeca (1959 y 1960). Pero la obra de su vida, en la que pasó trabajando muchos años, fue Ilustre familia (1954): biblia de sensibilidad y compendio de su pasión helénica, así como de la sabiduría de Occidente, o Poema (casi todo en prosa) de los siete tratados, sobre las tres únicas pasiones que –según de la Selva—levantan al hombre ("Todas las demás lo sumen en la miseria y la vergüenza"): el Amor, la Religión y la Política.
Experimental e innovador en su primera época, al fundar una de las vanguardias contemporáneas llevando al máximo la posibilidad libertaria del modernismo, Salomón de la Selva continuó después la tradición poética cuya misión ha sido cantar los valores éticos y culturales; de esta forma, se preocupó por formularnos un arquetipo de hombre como vate cívico y civilista que fue. En esa empresa –lo señala Angel Martínez—lo propio, lo más característico de su obra fue una fusión orgánica, hasta hacerse consubstancial con su vida, de tres culturales: "la llamada clásica, griega y latina, auténticamente penetrada y compenetrado él con ella: la cristiana, en su gran extensión profundizada, desde el principio hasta lo mejor de hoy; y finalmente la indígena americana, adivinada y vivida más que aprendida".
Revalorada por Paz al revisar la antología Laurel (1914), en la que figura de la Selva, la Poesía de éste merece una mayor valoración. "El tema mismo de su libro único, el soldado desconocido anotó el gran poeta y crítico mexicano, también fue novedoso en nuestra lírica". Por otra parte, un año antes de morir, Pablo Neruda evocó en París a de la Selva, cuya poesía "admiraba en grado sumo", prometiendo "sacarlo del olvido con un prólogo a sus libros poéticos completos". LIC:RENE DAVILA"
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