lunes, 1 de octubre de 2012

YOLANDA BLANCO POETA REPRESENTATIVA DE LA NATURALEZA DE LAS VOCES TRASMUTADAS.


Yolanda Blanco (1954), poeta nicaragüense radicada desde hace muchos años en Nueva York, se presentó esta semana en la más reciente edición del ciclo “El autor y su obra”, organizado por el Festival Internacional de Poesía de Granada para dar a conocer y presentar, de viva voz, la vida y obra de los más destacados poetas nicaragüenses de las distintas generaciones.
Blanco pertenece al grupo de escritoras que irrumpió en los años setenta en el panorama poético nicaragüense. Incursionó en la poesía a principios de la década de los setenta. Sus mentores fueron el narrador Juan Aburto (“primer ojo entrenado en leer sus poemas y guiar su rigor autocrítico”) y el poeta Ernesto Gutiérrez, quien orientó sus lecturas y profundizó y amplió su visión del mundo durante las clases de literatura e historia del arte que en los años sesenta y setenta impartió en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-León).
Hizo estudios de Literatura y Arte en Nicaragua, Francia y Venezuela. Actualmente reside en Nueva York, donde trabaja como traductora y practica las artes taoístas. Ha publicado “Así cuando la lluvia” (1974), “Cerámica sol” (1977), “Penqueo en Nicaragua” (1981), “Aposentos” (1985) y “De lo urbano y lo sagrado” (2005), con el cual ganó el Premio Nacional de Poesía “Mariana Sansón Argüello”.
La obra poética de Yolanda Blanco gira alrededor de tres ejes temáticos fundamentales: la relación afectiva con la naturaleza (celebración, contemplación y descripción del paso de las estaciones y su efecto en el medio ambiente; las formas, o más bien el trasfondo o el sentido, superficial y profundo, de la pictografía y los glifos indígenas inscritos en cerámica; el discurso reivindicativo-social, y la función humana y central de las mujeres en la sociedad, a fin de cuentas –según su temática- figuras fundamentales, creadoras y procreadoras, como la naturaleza, de nuestra especie.
Estos tres ejes temáticos, presentes consecutivamente (y a veces transversalmente) en sus primeros libros, terminan por fundirse en “De lo urbano y lo sagrado”, en el que sin embargo continúa ejecutando los ritos de celebración con la naturaleza a través de las voces trasmutadas de otros poetas nicaragüenses (Rubén Darío, Salomón de la Selva, José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal) quienes como ella también vivieron o estuvieron de tránsito por la ciudad de Nueva York.

viernes, 14 de septiembre de 2012

LA NATURALEZA EN LA PINTORA ROSA CARLOTA TUNNERMANN.



Colores de Carlota
“Mi arte es multifacético me gusta inventar”, dice Rosa Carlota Tünnermann. Y confiesa que ha pasado por innumerables etapas a través de los años, destacando su periodo ecológico, la del action painting, y su curiosidad por el tiempo y el espacio. “El otro día leí en un artículo que decía que solo conocemos un cuarto del universo, qué barbaridad!”, agrega sorprendida.

Rosa Carlota nació un 4 de abril de 1936, en Managua. Cuando tenía 7 años se trasladó a estudiar a San Francisco, California, en una escuela de monjas llamada St. James.

Sin embargo es en el Colegio Americano nicaragüense donde se bachillera, justo antes de mudarse a Suiza con el propósito de aprender francés. También estudió puericultura en Pouponniere des Grangette en Ginebra, lo que le ayudaría en el cuido de sus hijos.

Regresa de Europa a Nicaragua en 1957 y ya curada del asma que la afectaba, dos años después contrae matrimonio con su primo hermano, Carlos Tünnermann Bernheim. “Yo siempre admiré sus cuentos y eso me enamoró”, dice. Curiosamente, ellos se comprometieron el día de la masacre estudiantil de León, el 23 de julio de 1959.

Pedagoga y doctora en educación, Tünnermann estudió pintura en centros como la Universidad de los Andes, Universidad de Costa Rica, Universidad Católica de Washington DC, Montgomery College, Universidad Centroamericana (UCA) y en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-León).
También ejerció la docencia. “Me gusta el arte pero para enseñarlo”, dice, quien fue profesora de pintura y arte por ocho años en el Colegio Americano Nicaragüense, época que recuerda con cariño cuando mira parte de algunos collages y esculturas hechas por sus estudiantes, y que adornan su hogar.

LA CRÍTICA

 De su mundo pictórico Alvaro Urtecho, escritor y crítico de arte, escribió: “La efusividad cromática de Rosa Carlota no está reñida con la fineza de la línea y el anhelo de perfección formal. Su visión de la naturaleza no es convencional ni mimética: es la visión de un templo, una sagrada selva en donde surge, como diría Darío, la armonía, en este caso, la armonía de sus colores múltiples”.

El universo poético y plástico que la circunda también puede adivinarse en lo que Urtecho mencionó como: “Un contraste rítmico entre el celeste y azul del cielo y las aguas con la profusión de verdes y amarillos que recuerdan un paisaje japonés o espesuras de algún rococó soterrado”.

Sin menospreciar su constante apreciación; “inspirada en el paisaje nacional, logra una perspectiva nítida y bien recortada de un árbol como el malinche en la hora crepuscular”.

De esa esencia natural y mágica de la naturaleza que refleja Tünnermann en los árboles, la escritora leonesa Gloria Elena Espinosa expresa: “ En Malinche y Malinche junto al río , el color estampa la fuerza con la que el árbol da sus flores. Rosa Carlota lo muestra en su época feliz, en su triunfo y gloria, vibrante, cuando es fuego y sangre en las planicies del Pacífico”.

No obstante, en su crítica sobre la obra de la pintora, el escritor Anastasio Lovo, sostiene: “Color y movimiento se constituyen en elementos significativos y teleológicos (en su acepción de intencionalidad) de esta singular obra, tal y como lo revelan algunos nombres de sus cuadros: Verde en acción o Colores en acción . Pero es la preocupación por el color la que sobredetermina la creación de esta artista”.

Aun con varias exposiciones, sueños cumplidos, y experiencias que compartir, Rosa Carlota Tünnermann pinta todos los días buscando la perfección del cuadro y se prepara para en el mes de noviembre exponer sus creaciones junto con 13 artistas nacionales en Galería Epikentro.

lunes, 30 de abril de 2012

Jesua Miguel Acevedo Pintor de lo clásico y del asombro



Lo encontré en su taller pintando su propia versión de La Creación de Adán, un fresco de Miguel Ángel del siglo XV, mientras escuchaba una pieza barroca de Johann Sebastian Bach. En su rostro una mascarilla para evitar los tóxicos del óleo y en sus manos unos guantes amarillos con los que sujetaba un pincel lleno de colores e ideas.

Pintar, dibujar y escuchar música clásica es lo que ha venido haciendo la mayor parte de su vida el joven Jesús Miguel Acevedo Silva, nieto del poeta y pintor Fernando Silva, nacido en Managua un 20 de febrero de 1986, al cual desde pequeño se le diagnosticó una “pequeña alteración en el lenguaje y razonamiento”, dice su madre Mercedes Margarita Silva.
“Él tiene una pequeña discapacidad de razonamiento. Eso no le ha impedido ser un buen dibujante, no es realista fotográfico, sus dibujos y pinturas sobre los clásicos tienen un toque particular que lo identifica. Su abuelo, el poeta Silva, le ha inculcado el arte de los grandes museos”, comenta por su lado el muralista Reynaldo Hernández, quien le dio clases de 1995 al 2005.


En la actualidad cuenta con una vasta colección de dibujos y pinturas realizada, entre la que se pueden apreciar retratos y autorretratos, desnudos, estudios de anatomía, personajes del barroco europeo o del arte sacro, bíblicos, temas libres y de su propia creación.

“Solo me gusta dibujar y pintar, lo hago en el día y la noche. Tengo amor al cuadro, el arte me llena, es bello”, expresa en breve el pintor, y agrega que su sueño es llegar a exponer en Moscú, Italia o España, según él porque ahí sus obras serán apreciadas por gente culta.
 Dos de sus recientes interpretaciones son la obras:Cabeza de Medusa, de Michelangelo Merisi da Caravaggio, y la que tiene en proceso, La Creación de Adán, un fresco de Miguel Ángel que se encuentra en la Capilla Sixtina, ambas pinturas datan del siglo XV.


“Él goza profundamente con pintar, a veces amanece a las cinco de la mañana, y son las doce de la noche del día siguiente pintando”, afirma orgulloso el poeta Silva, su abuelo.

viernes, 27 de abril de 2012

REFLEXIONES SOBRE EL INSURRETO SOLITARIO CARLOS MARTINEZ RIVAS.



Nació el 12 de octubre de 1924 en Ciudad de Guatemala (Guatemala), donde su padre se encontraba trabajando . Hijo del matrimonio nicaragüense conformado por Félix Pedro Martínez Leclair y Berta Rivas Novoa. Carlos Martínez Rivas comenzó a escribir desde muy joven. Con tan solo dieciséis años obtuvo un premio nacional de poesía. Cursó estudios de bachillerato en Granada (Nicaragua) en el Colegio Centroamérica de los sacerdotes jesuitas. Su poema El paraíso recobrado (Cuadernos del Taller San Lucas, 1943), obtuvo un inmediato reconocimiento y supuso la consagración definitiva del poeta.
Tras terminar el bachillerato, se trasladó a Madrid para cursar estudios de filosofía y letras. En 1947 publica el sorprendente poema Canto fúnebre a la muerte de Joaquín Pasos, en honor a su amigo y poeta, muerto a muy joven edad. En 1953 publica en México su obra más importante, La insurrección solitaria, que sería también su último libro publicado. Trabajó para el servicio diplomático nicaragüense en Roma yMadrid (1964-1971). Residió en París (1948-1951), en Los Ángeles, Calif. (1954-1964) y San José de Costa Rica (1971-1977). A principios de febrero de 1977 se traslada de nuevo a Nicaragua donde dirige por dos años el suplemento cultural "Mosaico", del diario "Novedades". Del 77 al 83 residió en el INTECNA de Granada (antiguo Colegio Centroamérica). Luego se establece definitivamente en Managua (Altamira D'Este 2da etapa No.8), donde cuidó con celo su decisión de permanecer solitario. En 1984 obtuvo el Premio nacional Rubén Darío, con el libro Infierno de cielo, que no permitió en vida que fuese publicado. En 1991 y 1993 tuvo a su cargo una Cátedra con su nombre en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, UNAN-Managua, donde expuso sus trabajos críticos sobre literatura y artes plásticas, de las que fue un sagaz conocedor. Falleció el 16 de junio de 1998 en el Hospital Bautista deManagua.
Su poesía, de originalidad, sobriedad, consistencia, preciso dominio del idioma, rechazo deliberado a la impostura del "vasto mundo plástico, supermodelado y vacío", imaginación y belleza sin par en la literatura nicaragüense, es sólo comparable con la de Rubén Darío o Salomón de la Selva. El sentido y sensibilidad poética de la obra de Carlos Martínez Rivas ha merecido permanente admiración y respeto y ha sido objeto de diversos y rigurosos juicios críticos en los que se atribuyen a su genialidad poética una notable influencia y magisterio en la poesía hispanoamericana y castellana.
En 2007, bajo el título "Poesía Reunida", se publica su obra poética, compilada, reordenada y anotada por el poeta Pablo Centeno Gómez, que incluye su libro inédito "Allegro Irato".
Su poema Smaragdos Margara fue musicalizado por el Artista nicaraguenese Salvador Cardenal.

domingo, 26 de febrero de 2012

LA EXCELENCIA DE OMAR DE LEÓN EN LA POESIA Y LA PINTURA NICARAGUENSE.



Los que hemos conocido, en pocas pero deslumbrantes entregas, la poesía de Omar de León, uno de nuestros más grandes pintores, reconocido nacional e internacionalmente, no podemos más que regocijarnos al tener en nuestras manos una edición antológica de su poca conocida obra. Ya en los años 60, el pintor publicó una muestra de su poesía en la revista «El pez y la serpiente», demostrando que era tan buen poeta como pinto, o sea, que la poesía no era para él lo que el violín para Ingres, o sea, su violín de Ingres: una actividad mínima, al margen de su plática. No: la inspiración poética ha sido constante en Omar, y ha marchado a la par de sus sucesivas y jubilosas etapas plásticas.
Como su pintura, su poesía es sensual, jubilosa, celerratoria, telúrica, epifánica, exaltadora de la naturaleza (mares, frutas, cuerpos, etc)l, de la geografía patria. Una especie de Whitman con mayor sensualidad, y cultor también de la forma breve a lo Omar Khayam, su homónimo, o a lo Kavafis. Sus versos están llenos de color múltiple y variado, lo cual no es de extrañar teniendo en cuenta el intenso cromatismo de su obra plástica. Todo en sus textos apunta a la exaltación de vivir, a la fiesta de los sentidos.
Como dice el poeta y crítico Erwin Silva, en el prólogo a este libro: «La poesía de Omar entraña un tejido de relaciones con los universos sutiles y materiales en el que nada humano extraño y el mundo de la cultura y de la geografía de las pasiones, fundamenta y atraviesa toda su obra sin olvidar las raíces de su canto que penetran lo telúrico y se sumergen en lo marino». Y en efecto, como los primeros filósofos griegos, Omar está preocupado por cantar, no al hombre ni a la esencia del hombre, sino a la fysis, o sea, a la física en sí, a la materia en todo su esplendor sagrado. Una búsqueda de una antilogía salvaje, olorosa a magma y a genética: «El ser desamparado es socorrido por una mano fuerte/ que brota del cielo.../Así fue que parió sus genes,/ así estableció su especie sobre la tierra» «El alba entrega la madurez de los terrenales frutos/ Mas yo, trasnochador bandolero/ amanecí con mis labios chorreados de jugos y néctares».
De León se deja arrebatar siempre por el paisaje, por los lugares asociados umbilicalmente a su memoria, recordándome a veces al mexicano Carlos Pellicer, poeta genesíaco también, y cantor pagano. Eso sí, un Pellicer Libérrimo, desbordado, informe, caótico, no sometido a ninguna forma ceñida. De ahí su tendencia a la profusa oda polimétrica, donde su retórica (a veces ingenua y redundante) fluye incontenible.
Para información, Omar De León había publicado tres libros: Estancias del canto (1985-1993), Tedio terrestre (1995-1998) y Canto inoxidable (1999). Esta edición que incluye algunos dibujos. incluyendo el cuadro «El hijo de Apolo y doña Malinche» en la portada, es una selección de los mismos, y entre ellos no podía faltar el célebre «Canto inconcluso del mar nicaragüense»


Escribe ErnestoCardenal en su antología de poesía, Poesía Nicaragüense (biblioteca popular sandinista), que Omar D’León “es mucho másconocido como pintor que como poeta”, pues además es uno de los mejores pintores de Nicaragua. “Algunos pocos poemas suyos han aparecido en revistas, y no ha publicado ningún libro, aunque tiene mucha poesíaescrita. Su poesía es conocida por pocas personas, y él mismo parece no haberle dado importancia, como debiera”, comenta.
Cardenal, poeta y trapense, parece ser uno de esos pocos allegados íntimos a D’León que conoce su poesía. Pero en esta edición queremos compartir un poema que hace exactamente un año escribiera el pintor-poeta y que hace poco ha sido publicado en la tercera edición de la revista “cooltural” Estrago.

Se trata de un poema revelador. Para los que no tenían conocimiento de la verdad que encierra este poema, esto será todo un descubrimiento. Para aquellos que ya lo sabían, pues será un regocijo estético, unos versos que denuncian la traición del amor y que pone en evidencia que los sentimientos de tres homosexuales son los mismos que se manifiestan entre un hombre y una mujer. Es cuestión de preferencia.
En este poema de Omar D’León está explícito el dolor-burla que siente el vocero poético a causa de un tercero que pretendió en algún momento robarle a su Amado.
Amado
(fragmento)
Para easy
Omar D’ León
Tú y yo (no sé si otros) somos hechos para estar unidos
con el amor para siempre.
Ser una sola carne, una sola esencia,
ser amantes unisexuales,
siameses irreversibles, una sola energía,
una sola amplia y frondosa alameda sin extremos.

Tú, exigente tentador, amado antojadizo.

Yo, amante complacedor complacido.

Somos fieles, nuestra unión no se disuelve, no se diluye.

Yo te amo, te cuido, te mimo, te consiento
casi no te niego, ni te pido nada.

A mi antojo te desnudo con caricias termales.

Acicalo de perfumes tu cutis, 
tus axilas, tus tersos glúteos musculosos, 
tu gran hermoso pene circuncidado y perfecto 
de exquisitos testículos tersos.

Limpio y lavo con ternura el socado capullo de tu nítido anus.

Te masturbo cuando lo deseas en obra y pensamiento.

Eres mi templo donde sensual deshojo, 
tus caprichos, tus berrinches, tus antojitos, 
tus pasiones, tus lívidos volcánicos y 
cubro de ósculos apasionados tus flameantes labios
lubricados con ardor y deseos en la visión del espejo.

Feliz palpo tenaz tus frutos turgentes de tus mieles y tentaciones.

Si enfermas cuidote con esmero y mimos
para preservarte en mi corazón.

Te nutro con exquisitas viandas y delicias
que brinda nuestra madre terrenal,
llevo el “tattoo” de tus tetillas y ombligo
en las yemas de mis dedos
por tu exigencia de mis caricias que tanto te estimulan.

Complazco al glamour normal 
de tus narciso y coqueteos provocantes.

Me aferras a tus penetrantes pasiones de santidad y lujuria

y a tu copular en los variantes cálices oscuros de afrodita.

En el festín con los divinos me embriagaste de placeres, 
de magias ocultas y vértigo afrodisíaco, 
entre un oleaje endofórmico del instinto.

el poder de tu juventud varonil, 
estirpe sensual de belleza
y tu agibílibus en el aforo de tu seducción y affaire, es infalible.

no falla el dardo, siempre se entierra en el pecho de tu presa.

tu sexo-sensual cuyo furor desquicia
deidades, monstruos y sacerdotes al percibir
el opulento furor de tu piel que exuda esperma adolescente.
Un trapense, escritor homosexual empecinado en separarnos.


LA MAGIA EXPRESIVA DEL PINTOR HUGO PALMA.



Magia, violencia expresiva, crítica y amplio tratamiento del color, son algunas características de la obra plástica de Hugo Palma Ibarra, en la cual, según señaló en una oportunidad Pablo Antonio Cuadra, “laevolución de su pintura ha consistido en la impregnación, cada vez más radical de su pincel itálico, de ese tinte materioso y germinal, que llamamos “lo nicaragüense”. No el color local sino el magma –lo que está debajo, bullente y agresivo, buscando forma y color sin tradición ni cauce”.

Palma-Ibarra sí ha introducido el color del trópico en sus lienzos. Ha intentado invocar la belleza de este mundo a través de una pintura donde el color adquiere posibilidades de lección viva del entorno, natural o urbano, que trata de aprehender la metáfora oculta de la belleza. La actividad creadora en Hugo Palma-Ibarra tiene heterogéneas facetas: pintor, crítico de artes plásticas y maestro, así como una tintura de poeta y escritor. Pero también de historiador y mecenas, acicate que le fue heredado sin ninguna duda por su padre, el doctor Ildefonso Palma Martínez.

Pero bueno, la región pictórica de Hugo Palma-Ibarra, en su más recienteexposición denominada “Armonía de Caprichos”, es una continuidad con su homenaje a nuestro Rubén Darío, y de quien el artista plástico retoma: “El arte no es un conjunto de reglas, sino una armonía de caprichos”.

Y no es que nuestro Príncipe de las Letras Castellanas sea su leit motiv en las dos últimas exposiciones personales. No. Darío es el motivo de un universo artístico en el cual está inmerso el Maestro Palma a través de su arte, arte por lo demás que no pretende conceptualizar ni mucho menos representar en el lienzo sino liberarlo para un público heterogéneo que necesita o requiere de sus lecciones de vida y obra, dominando el orden, la ponderación y la armonía, al decir de la doctora María Dolores Torres.

El caballo ha estado siempre presente en la pintura de Hugo Palma-Ibarra, como él mismo lo ha confesado. Ha estado presente en su pintura y en su memoria. “Los caballos de las fincas, de la mitología, los caballos alados, el Pegaso que nació de la Medusa después que Perseo le cortara la cabeza. El Pegaso Liberado, símbolo de la libertad. Los caballos griegos, los caballos de la Catedral de San Marcos en Venecia, los caballos de Palo y los Caballitos Chontaleños”, dice este pintor que cultiva el garbo, el arrojo y la anatomía, como atributos reunidos en un caballo y que son expresiones de belleza y armonía.

Precisamente el artista nos mostrará, dentro de su quehacer plástico, cuadros dotados de esos elementos anteriormente señalados y que conforman su “armonioso capricho”, como veremos en los cuadros en los que utiliza el collage sobre madera y óleos sobre tela. De allí tenemos títulos que nos introducen en el misterio de sus “densas visiones crepusculares”, al tenor de los juicios sobre el quehacer artístico del Maestro Palma-Ibarra que el poeta y crítico de artes plásticas, Álvaro Urtecho observa, entre otros motivos.

Pero volvamos a los temas o más bien títulos que nos sumergen en el mundo de la plástica del Maestro: “Movimiento de caballos”, collage sobre madera; “Caballos y naturaleza”, collage sobre madera; “Coloquio de los volcanes”, óleo sobre tela así como “Fuga”, “Ritmos” y Políptico I y II.

La región natal del maestro le proporcionó, así como sus estudios pictóricos en Italia, el material necesario para convertirse en pintor antes que en médico. “El que no echa raíces no puede inventarse raíces”. Me espeta, mientras recorre su estudio.

La doctora Torres, historiadora y Crítica de Arte, sostiene que Palma-Ibarra nunca representa la naturaleza como es, sino como la siente: “no hay una fidelidad absoluta sino una transformación que no se ajusta a la verdadera apariencia de las cosas”.

Pero la doctora Torres va más allá y encuentra en el maestro una trilogía de valores artísticos que hacen un todo en su arte: la coherencia, el equilibrio y la precisión. De allí deviene, desde sus inicios, el clasicismo, -dice la doctora Torres-, al estilo grecorromano para desembocar en un clasicismo metafísico posmoderno, uniendo armoniosamente el nicaragüense con lo universal.

Definitivamente en el trabajo pictórico de Palma-Ibarra encontramos poesía, humanismo, solidaridad, amor a la naturaleza y al hombre y, desde luego, crítica. El preciosismo del color puestos al servicio de una experiencia donde están presentes los “escenarios cercanos, -a como escribió Roberto Galicia-, a la vida corriente: ambientes donde se oyen desde las voces de los antepasados, hasta los caballos que galopan contra la negación humana de cualquier esperanza”. Esa es quizás la “Armonía de caprichos” que Hugo Palma-Ibarra nos mostrará desde los confines de su espacio pictórico.

El Maestro Hugo Palma-Ibarra en Galería Pléyades



Es notable, en la actual exposición del maestro Hugo Palma-Ibarra en Galería Pléyades, el afán de integrar y fundir los elementos no resaltando el detalle, il particolare en exceso, insinuado como un texto para leerle entre líneas, dejando que el ojo recomponga con el auxilio de la memoria y la impresión de los sueños. Paralelo a estos efectos destaca la ejecución no meditada que rescata el accidente y permite la irrupción del azar en un quehacer lúdico de texturas y grafiados.

La colección actual brinda cualidad excepcional que equivale a la explosión de la iconografía particular del artista: torsos frontales  y de espalda, individuos o parejas, caballos, jarras, cerámicas, cachorros, flores, collage de rostros de conquistadores en billetes o monedas, enfatizan su disposición segmentada en bandas dividiendo la horizontalidad, duplicando los formatos y piezas donde se insertan como si tuvieran a la par espejos ciegos imposibles que nunca los reflejarán.

Aquí lo corpóreo se despoja por completo de su carnalidad para devenir en un mundo pétreo y fijarse en estelas o tótems, alto relieves o frisos plantados sobre estratos subterráneos y guacas en un retorno a la condición de ídolos más prehistóricos y ancestrales que los precolombinos de su Nicaragua volcánica, emparentados con las eras innombradas que Stanley Kubrick imaginó en su film “2001, odisea en el espacio”, acompañadas no sólo por el poema sinfónico de Richard Strauss, “Así hablaba Zaratustra”, sino con la música de “La consagración de la primavera” de Igor Stravinsky en su ritual rítmico, primigenio y salvaje.

Estas imágenes lanzadas a una danza alucinante logran, con sus cortes abruptos anhelantes de abstracción, penetrar de un solo tajo e instalarse en la intemporalidad. Retrayendo el estallido final en una de las pinturas, los planos de luz interceptados reflejan efectos lumínicos protagónicos absolutos que se representan autónomos fuera de toda referencia cultural como una totalidad a alcanzar.

La observación que Valerio Adami hizo para una de sus exposiciones en París hace varias décadas: “no hago obras maestras, porque todo mundo sabe qué es una obra maestra”, no es aplicable a la pintura de Hugo Palma pues mantiene siempre viva la capacidad de sorprender al producir más interrogantes mostrando a canto otras iluminaciones.

sábado, 28 de enero de 2012

PINTURA CONTEMPORÁNEA DE ARTISTAS NICARAGUENSES.

Este jueves 27 de enero se inauguró en managua la Galería de arte Vértice con una exposición inaugural de arte contemporáneo.
“En Nicaragua hay diferentes niveles de artistas, nuestro arte tiene un nivel de galería, clásico, de profesionalismo, somos nueve artistas maestros de la pintura, de ellos solo dos mujeres, los más jóvenes tienen 20 años de practicar el arte.  Vivimos y enseñamos el arte, transmitimos lo más actual, nos remitimos e inspiramos a los artistas del siglo pasado, nuestras obras son de carácter filosófico, tratamos el subconsciente, la naturaleza, lo que vivimos, lo que sentimos, abordamos temas mitológicos, expresamos el arte surrealista, abstracto y figurativo”, expresó Zaida Benavides, maestra de arte.  En la exposición hay 30 obras de diferentes tamaños, estilos y costos. A continuación le presentamos detalles de cada artista.

* Armando Mejía: pinta petroglifos con estilos regionalistas y constructivistas, recrea y pone su propio estilo, la filosofía de la vida, muerte, y “el más allá”.

* Juan Rivas: pinta árboles que representan la vida y la muerte, las líneas de horizonte representan en sus obras la profundidad y la superficie de la vida.
    Alfredo Caballero: representa su arte con temas mitológicos y filosóficos.

* William González: expresa la belleza de la naturaleza, colorido, fuerza y ambiente del trópico nicaragüense.

* Augusto Silva:
 expresa en sus obras en la piel del árbol de tuno, representando el Atlántico del país, la flora y fauna.

* Laura Fonseca:
 trabaja estilos cubistas y formas abstractas.

* Zaida Benavides:
 simboliza los tonos de música y violines en figuras abstractas y Miguel Ángel Espinoza que mostrará su arte utilitario en madera y piedra.

















FUENTE:E.N.DIARIO/ LIC:RENE DAVILA /270112