domingo, 26 de febrero de 2012
LA MAGIA EXPRESIVA DEL PINTOR HUGO PALMA.
Magia, violencia expresiva, crítica y amplio tratamiento del color, son algunas características de la obra plástica de Hugo Palma Ibarra, en la cual, según señaló en una oportunidad Pablo Antonio Cuadra, “laevolución de su pintura ha consistido en la impregnación, cada vez más radical de su pincel itálico, de ese tinte materioso y germinal, que llamamos “lo nicaragüense”. No el color local sino el magma –lo que está debajo, bullente y agresivo, buscando forma y color sin tradición ni cauce”.
Palma-Ibarra sí ha introducido el color del trópico en sus lienzos. Ha intentado invocar la belleza de este mundo a través de una pintura donde el color adquiere posibilidades de lección viva del entorno, natural o urbano, que trata de aprehender la metáfora oculta de la belleza. La actividad creadora en Hugo Palma-Ibarra tiene heterogéneas facetas: pintor, crítico de artes plásticas y maestro, así como una tintura de poeta y escritor. Pero también de historiador y mecenas, acicate que le fue heredado sin ninguna duda por su padre, el doctor Ildefonso Palma Martínez.
Pero bueno, la región pictórica de Hugo Palma-Ibarra, en su más recienteexposición denominada “Armonía de Caprichos”, es una continuidad con su homenaje a nuestro Rubén Darío, y de quien el artista plástico retoma: “El arte no es un conjunto de reglas, sino una armonía de caprichos”.
Y no es que nuestro Príncipe de las Letras Castellanas sea su leit motiv en las dos últimas exposiciones personales. No. Darío es el motivo de un universo artístico en el cual está inmerso el Maestro Palma a través de su arte, arte por lo demás que no pretende conceptualizar ni mucho menos representar en el lienzo sino liberarlo para un público heterogéneo que necesita o requiere de sus lecciones de vida y obra, dominando el orden, la ponderación y la armonía, al decir de la doctora María Dolores Torres.
El caballo ha estado siempre presente en la pintura de Hugo Palma-Ibarra, como él mismo lo ha confesado. Ha estado presente en su pintura y en su memoria. “Los caballos de las fincas, de la mitología, los caballos alados, el Pegaso que nació de la Medusa después que Perseo le cortara la cabeza. El Pegaso Liberado, símbolo de la libertad. Los caballos griegos, los caballos de la Catedral de San Marcos en Venecia, los caballos de Palo y los Caballitos Chontaleños”, dice este pintor que cultiva el garbo, el arrojo y la anatomía, como atributos reunidos en un caballo y que son expresiones de belleza y armonía.
Precisamente el artista nos mostrará, dentro de su quehacer plástico, cuadros dotados de esos elementos anteriormente señalados y que conforman su “armonioso capricho”, como veremos en los cuadros en los que utiliza el collage sobre madera y óleos sobre tela. De allí tenemos títulos que nos introducen en el misterio de sus “densas visiones crepusculares”, al tenor de los juicios sobre el quehacer artístico del Maestro Palma-Ibarra que el poeta y crítico de artes plásticas, Álvaro Urtecho observa, entre otros motivos.
Pero volvamos a los temas o más bien títulos que nos sumergen en el mundo de la plástica del Maestro: “Movimiento de caballos”, collage sobre madera; “Caballos y naturaleza”, collage sobre madera; “Coloquio de los volcanes”, óleo sobre tela así como “Fuga”, “Ritmos” y Políptico I y II.
La región natal del maestro le proporcionó, así como sus estudios pictóricos en Italia, el material necesario para convertirse en pintor antes que en médico. “El que no echa raíces no puede inventarse raíces”. Me espeta, mientras recorre su estudio.
La doctora Torres, historiadora y Crítica de Arte, sostiene que Palma-Ibarra nunca representa la naturaleza como es, sino como la siente: “no hay una fidelidad absoluta sino una transformación que no se ajusta a la verdadera apariencia de las cosas”.
Pero la doctora Torres va más allá y encuentra en el maestro una trilogía de valores artísticos que hacen un todo en su arte: la coherencia, el equilibrio y la precisión. De allí deviene, desde sus inicios, el clasicismo, -dice la doctora Torres-, al estilo grecorromano para desembocar en un clasicismo metafísico posmoderno, uniendo armoniosamente el nicaragüense con lo universal.
Definitivamente en el trabajo pictórico de Palma-Ibarra encontramos poesía, humanismo, solidaridad, amor a la naturaleza y al hombre y, desde luego, crítica. El preciosismo del color puestos al servicio de una experiencia donde están presentes los “escenarios cercanos, -a como escribió Roberto Galicia-, a la vida corriente: ambientes donde se oyen desde las voces de los antepasados, hasta los caballos que galopan contra la negación humana de cualquier esperanza”. Esa es quizás la “Armonía de caprichos” que Hugo Palma-Ibarra nos mostrará desde los confines de su espacio pictórico.
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