domingo, 26 de febrero de 2012

LA EXCELENCIA DE OMAR DE LEÓN EN LA POESIA Y LA PINTURA NICARAGUENSE.



Los que hemos conocido, en pocas pero deslumbrantes entregas, la poesía de Omar de León, uno de nuestros más grandes pintores, reconocido nacional e internacionalmente, no podemos más que regocijarnos al tener en nuestras manos una edición antológica de su poca conocida obra. Ya en los años 60, el pintor publicó una muestra de su poesía en la revista «El pez y la serpiente», demostrando que era tan buen poeta como pinto, o sea, que la poesía no era para él lo que el violín para Ingres, o sea, su violín de Ingres: una actividad mínima, al margen de su plática. No: la inspiración poética ha sido constante en Omar, y ha marchado a la par de sus sucesivas y jubilosas etapas plásticas.
Como su pintura, su poesía es sensual, jubilosa, celerratoria, telúrica, epifánica, exaltadora de la naturaleza (mares, frutas, cuerpos, etc)l, de la geografía patria. Una especie de Whitman con mayor sensualidad, y cultor también de la forma breve a lo Omar Khayam, su homónimo, o a lo Kavafis. Sus versos están llenos de color múltiple y variado, lo cual no es de extrañar teniendo en cuenta el intenso cromatismo de su obra plástica. Todo en sus textos apunta a la exaltación de vivir, a la fiesta de los sentidos.
Como dice el poeta y crítico Erwin Silva, en el prólogo a este libro: «La poesía de Omar entraña un tejido de relaciones con los universos sutiles y materiales en el que nada humano extraño y el mundo de la cultura y de la geografía de las pasiones, fundamenta y atraviesa toda su obra sin olvidar las raíces de su canto que penetran lo telúrico y se sumergen en lo marino». Y en efecto, como los primeros filósofos griegos, Omar está preocupado por cantar, no al hombre ni a la esencia del hombre, sino a la fysis, o sea, a la física en sí, a la materia en todo su esplendor sagrado. Una búsqueda de una antilogía salvaje, olorosa a magma y a genética: «El ser desamparado es socorrido por una mano fuerte/ que brota del cielo.../Así fue que parió sus genes,/ así estableció su especie sobre la tierra» «El alba entrega la madurez de los terrenales frutos/ Mas yo, trasnochador bandolero/ amanecí con mis labios chorreados de jugos y néctares».
De León se deja arrebatar siempre por el paisaje, por los lugares asociados umbilicalmente a su memoria, recordándome a veces al mexicano Carlos Pellicer, poeta genesíaco también, y cantor pagano. Eso sí, un Pellicer Libérrimo, desbordado, informe, caótico, no sometido a ninguna forma ceñida. De ahí su tendencia a la profusa oda polimétrica, donde su retórica (a veces ingenua y redundante) fluye incontenible.
Para información, Omar De León había publicado tres libros: Estancias del canto (1985-1993), Tedio terrestre (1995-1998) y Canto inoxidable (1999). Esta edición que incluye algunos dibujos. incluyendo el cuadro «El hijo de Apolo y doña Malinche» en la portada, es una selección de los mismos, y entre ellos no podía faltar el célebre «Canto inconcluso del mar nicaragüense»


Escribe ErnestoCardenal en su antología de poesía, Poesía Nicaragüense (biblioteca popular sandinista), que Omar D’León “es mucho másconocido como pintor que como poeta”, pues además es uno de los mejores pintores de Nicaragua. “Algunos pocos poemas suyos han aparecido en revistas, y no ha publicado ningún libro, aunque tiene mucha poesíaescrita. Su poesía es conocida por pocas personas, y él mismo parece no haberle dado importancia, como debiera”, comenta.
Cardenal, poeta y trapense, parece ser uno de esos pocos allegados íntimos a D’León que conoce su poesía. Pero en esta edición queremos compartir un poema que hace exactamente un año escribiera el pintor-poeta y que hace poco ha sido publicado en la tercera edición de la revista “cooltural” Estrago.

Se trata de un poema revelador. Para los que no tenían conocimiento de la verdad que encierra este poema, esto será todo un descubrimiento. Para aquellos que ya lo sabían, pues será un regocijo estético, unos versos que denuncian la traición del amor y que pone en evidencia que los sentimientos de tres homosexuales son los mismos que se manifiestan entre un hombre y una mujer. Es cuestión de preferencia.
En este poema de Omar D’León está explícito el dolor-burla que siente el vocero poético a causa de un tercero que pretendió en algún momento robarle a su Amado.
Amado
(fragmento)
Para easy
Omar D’ León
Tú y yo (no sé si otros) somos hechos para estar unidos
con el amor para siempre.
Ser una sola carne, una sola esencia,
ser amantes unisexuales,
siameses irreversibles, una sola energía,
una sola amplia y frondosa alameda sin extremos.

Tú, exigente tentador, amado antojadizo.

Yo, amante complacedor complacido.

Somos fieles, nuestra unión no se disuelve, no se diluye.

Yo te amo, te cuido, te mimo, te consiento
casi no te niego, ni te pido nada.

A mi antojo te desnudo con caricias termales.

Acicalo de perfumes tu cutis, 
tus axilas, tus tersos glúteos musculosos, 
tu gran hermoso pene circuncidado y perfecto 
de exquisitos testículos tersos.

Limpio y lavo con ternura el socado capullo de tu nítido anus.

Te masturbo cuando lo deseas en obra y pensamiento.

Eres mi templo donde sensual deshojo, 
tus caprichos, tus berrinches, tus antojitos, 
tus pasiones, tus lívidos volcánicos y 
cubro de ósculos apasionados tus flameantes labios
lubricados con ardor y deseos en la visión del espejo.

Feliz palpo tenaz tus frutos turgentes de tus mieles y tentaciones.

Si enfermas cuidote con esmero y mimos
para preservarte en mi corazón.

Te nutro con exquisitas viandas y delicias
que brinda nuestra madre terrenal,
llevo el “tattoo” de tus tetillas y ombligo
en las yemas de mis dedos
por tu exigencia de mis caricias que tanto te estimulan.

Complazco al glamour normal 
de tus narciso y coqueteos provocantes.

Me aferras a tus penetrantes pasiones de santidad y lujuria

y a tu copular en los variantes cálices oscuros de afrodita.

En el festín con los divinos me embriagaste de placeres, 
de magias ocultas y vértigo afrodisíaco, 
entre un oleaje endofórmico del instinto.

el poder de tu juventud varonil, 
estirpe sensual de belleza
y tu agibílibus en el aforo de tu seducción y affaire, es infalible.

no falla el dardo, siempre se entierra en el pecho de tu presa.

tu sexo-sensual cuyo furor desquicia
deidades, monstruos y sacerdotes al percibir
el opulento furor de tu piel que exuda esperma adolescente.
Un trapense, escritor homosexual empecinado en separarnos.


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