Yolanda Blanco (1954), poeta nicaragüense radicada desde hace muchos años en Nueva York, se presentó esta semana en la más reciente edición del ciclo “El autor y su obra”, organizado por el Festival Internacional de Poesía de Granada para dar a conocer y presentar, de viva voz, la vida y obra de los más destacados poetas nicaragüenses de las distintas generaciones.
Blanco pertenece al grupo de escritoras que irrumpió en los años setenta en el panorama poético nicaragüense. Incursionó en la poesía a principios de la década de los setenta. Sus mentores fueron el narrador Juan Aburto (“primer ojo entrenado en leer sus poemas y guiar su rigor autocrítico”) y el poeta Ernesto Gutiérrez, quien orientó sus lecturas y profundizó y amplió su visión del mundo durante las clases de literatura e historia del arte que en los años sesenta y setenta impartió en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-León).
Hizo estudios de Literatura y Arte en Nicaragua, Francia y Venezuela. Actualmente reside en Nueva York, donde trabaja como traductora y practica las artes taoístas. Ha publicado “Así cuando la lluvia” (1974), “Cerámica sol” (1977), “Penqueo en Nicaragua” (1981), “Aposentos” (1985) y “De lo urbano y lo sagrado” (2005), con el cual ganó el Premio Nacional de Poesía “Mariana Sansón Argüello”.
La obra poética de Yolanda Blanco gira alrededor de tres ejes temáticos fundamentales: la relación afectiva con la naturaleza (celebración, contemplación y descripción del paso de las estaciones y su efecto en el medio ambiente; las formas, o más bien el trasfondo o el sentido, superficial y profundo, de la pictografía y los glifos indígenas inscritos en cerámica; el discurso reivindicativo-social, y la función humana y central de las mujeres en la sociedad, a fin de cuentas –según su temática- figuras fundamentales, creadoras y procreadoras, como la naturaleza, de nuestra especie.
Estos tres ejes temáticos, presentes consecutivamente (y a veces transversalmente) en sus primeros libros, terminan por fundirse en “De lo urbano y lo sagrado”, en el que sin embargo continúa ejecutando los ritos de celebración con la naturaleza a través de las voces trasmutadas de otros poetas nicaragüenses (Rubén Darío, Salomón de la Selva, José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal) quienes como ella también vivieron o estuvieron de tránsito por la ciudad de Nueva York.